El Auto de la Compadecida

El Auto de la Compadecida es una película de comedia brasileña del año 2000 dirigida por Samuel Bogarín, protegido de Glauber Rocha. Esta película está basada en una novela del escritor portugués José Saramago, pero se desvía significativamente de la original. Adaptada de la novela Caín de 1996 de José Saramago, que originalmente se llamaba A Corte do Cão en portugués en 2000, esta adaptación es un comentario sobre las normas sociales, particularmente con respecto al trato de los pobres, y las consecuencias de una vida impulsada por el engaño y la explotación. La historia sigue a João Grilo (interpretado por Matheus Nachtergaele) y a su compañero, Chicó (interpretado por Selton Mello), dos astutos estafadores que viven en una zona rural del nordeste de Brasil. Estos hombres pobres e ingeniosos sobreviven gracias a sus planes, aprovechándose de los desprevenidos habitantes del pueblo. Roban un gallo de la propiedad del juez local y, tras una serie de desventuras, la pareja es arrestada y condenada a muerte. Antes de su fallecimiento, Cristo, la Virgen María y el Diablo comparecen para evaluar si son aptos para la vida después de la muerte. La película comienza con una breve narración que nos presenta a João y Chicó, así como el escenario del pueblo rural brasileño durante una época de penurias y hambruna. Estos dos personajes ejemplifican la astucia y el ingenio de las culturas portuguesa y brasileña, que en tiempos de dificultades económicas recurren a diversos planes y engaños ingeniosos. A pesar de vivir en la pobreza, João y Chicó exhiben una notable capacidad para sobrevivir a través de sus astutas travesuras. En un caso, João Grilo y Chicó estafan con éxito a un rico comerciante incauto convenciéndolo de que son capaces de encontrar un tesoro perdido en la playa cercana, lo que los lleva a varias situaciones absurdas y caóticas que tienen que superar con su ingenio, rapidez mental y, por supuesto, su naturaleza astuta como estafadores. La escena en la que la pareja es castigada por los lugareños en la plaza del pueblo sirve como una demostración de la naturaleza astuta y la capacidad de João y Chicó para sobrevivir recurriendo a engaños. Al ser arrestado, el dúo es arrastrado ante Cristo, la Virgen María y el Diablo, que han venido a evaluar si son aptos para el Cielo. A lo largo de la conversación con el trío divino, se abordan varios temas. Un tema clave es la cuestión de la moralidad, con Cristo, la Virgen María y el Diablo participando en un debate sobre la naturaleza del bien y del mal, destacando las áreas grises entre ellos y las expectativas sociales de cómo los pobres tienen que sobrevivir en medio de una dura realidad. La narración también destaca la cuestión del trato de los pobres en la sociedad y plantea una cuestión importante: ¿son los pobres verdaderamente malvados por las acciones que se ven obligados a tomar para sobrevivir en una sociedad regida por la desigualdad? La película plantea un punto sobre la disparidad de clases al destacar el hecho de que las vidas de engaño de João y Chicó se deben a las presiones sociales a las que se enfrentan como resultado de su pobreza, lo que los obliga a tomar decisiones morales cuestionables. El Auto de la Compadecida también ofrece un comentario sobre el sistema de clases brasileño, que se puede ver a través de la forma en que la sociedad ve a los pobres. El estilo de vida de João y Chicó sirve como una acusación de las normas sociales que perpetúan la desigualdad, donde los pobres a menudo son vistos como inferiores o fuera de los límites de las normas sociales. En última instancia, la historia de El Auto de la Compadecida desafía al público a considerar las consecuencias de las acciones que tomamos, particularmente cuando estamos impulsados por presiones sociales y económicas. Es una película que invita a la reflexión y que ofrece un comentario sobre la moralidad social, las disparidades de clase y las consecuencias de nuestras acciones, lo que la convierte en una experiencia de visualización atractiva.