Baby

Trama
En la vibrante, aunque implacable, ciudad de São Paulo, Baby, dirigida por Fabricio Bittar, presenta un retrato conmovedor y que invita a la reflexión sobre la vida al margen. En esencia, la película cuenta la historia de Wellington, un joven que navega por el traicionero panorama de la adolescencia, obligado a enfrentarse a las duras realidades de la pobreza, el abandono y el autodescubrimiento. La película comienza con la liberación de Wellington de un centro de detención juvenil, un momento de liberación e incertidumbre. Cuando sale a la ciudad, es asaltado por la cacofonía de sonidos, vistas y olores que definen la metrópolis. Sin una conexión aparente con sus padres y con recursos limitados, Wellington se ve obligado a valerse por sí mismo, sobreviviendo gracias a su ingenio y determinación. Una noche, se topa con un cine porno sórdido, un centro de actividad ilícita y explotación. Es aquí donde conoce a Ronaldo, un hombre experimentado con una personalidad compleja y multifacética. Ronaldo acoge a Wellington bajo su protección, compartiendo sus conocimientos y experiencia sobre cómo sobrevivir en este entorno implacable. A través de la tutela de Ronaldo, Wellington aprende lo básico para buscarse la vida, desde pedir limosna y robar hasta actividades más ilícitas. A medida que se desarrolla la historia, la relación entre Wellington y Ronaldo comienza a evolucionar, oscilando entre la explotación y la protección, los celos y la complicidad. Los motivos de Ronaldo son ambiguos, y algunos interpretan sus acciones como paternales y otros como de explotación. Wellington también se debate entre su gratitud por la guía de Ronaldo y su creciente conciencia de la dinámica de poder en juego. La dinámica entre los dos hombres está cargada de tensión y sensualidad. El afecto físico y la guía de Ronaldo difuminan la línea entre el cuidado y la manipulación, lo que dificulta que Wellington discierna sus verdaderas intenciones. Esta compleja interacción sirve como un comentario sobre las formas en que aquellos que están al margen a menudo buscan la guía de aquellos con más experiencia, pero pueden arriesgarse a perder la agencia y la autonomía en el proceso. A través de su retrato matizado de Wellington y Ronaldo, Baby plantea importantes preguntas sobre la naturaleza de la explotación y el consentimiento. En una sociedad donde los jóvenes a menudo son mercantilizados y objetivizados, ¿puede una relación ser verdaderamente consensual si existe un importante desequilibrio de poder? La película no ofrece respuestas fáciles, sino que presenta una exploración matizada de las áreas grises que existen entre la explotación y la protección. Uno de los mayores puntos fuertes de la película reside en su retrato de la propia ciudad. São Paulo es un personaje vivo y que respira, sus calles pulsan con energía y sus residentes navegan por la ciudad con un agudo sentido de la supervivencia. El uso que hace la película de tomas largas y el trabajo de cámara en mano capturan el ritmo frenético de la vida urbana, haciendo que el espectador sienta que está caminando junto a Wellington mientras navega por la ciudad. La cinematografía es igualmente impresionante, capturando los marcados contrastes de los bajos fondos de São Paulo. Desde las habitaciones sucias y estrechas del cine porno hasta las aceras y callejones azotados por el sol, la película presenta un retrato visualmente impresionante de una ciudad que es a la vez hermosa y brutal. En esencia, Baby es una historia sobre el deseo humano de conexión y pertenencia. El viaje de Wellington es de autodescubrimiento, mientras lucha por navegar por las complejidades de la edad adulta y encontrar su lugar en el mundo. A través de su retrato de una relación tensa y a menudo difícil, la película plantea importantes preguntas sobre la naturaleza del consentimiento, la explotación y la protección, ofreciendo en última instancia un retrato conmovedor y que invita a la reflexión sobre la vida al margen. En última instancia, Baby es una película poderosa y conmovedora que persiste mucho después de que los créditos rueden. Es un testimonio del poder perdurable del espíritu humano, incluso frente a la adversidad y las dificultades. Mientras la ciudad de São Paulo sigue latiendo alrededor de sus personajes, la película deja al espectador lidiando con las complejidades de la historia de Wellington y las preguntas perdurables sobre la condición humana que plantea.
Reseñas
Recomendaciones
