Brooklyn

Brooklyn

Trama

En la conmovedora y visualmente impresionante película de John Crowley, Brooklyn (2015), Saoirse Ronan brilla como Eilis Lacey, una joven irlandesa que vive en una pequeña comunidad rural en la costa oeste de Irlanda durante la década de 1950. La película es una adaptación de la novela homónima de Colm Tóibín de 2009, que ofrece una exploración matizada del desplazamiento, la identidad y las complejidades del deseo femenino. La película comienza con la vida mundana de Eilis en la modesta casa de su familia, donde trabaja como dependienta y vive bajo la atenta mirada de su madre, Rosie (Fiona Glascott), y su padre, Michael (Jack Reynor), que lucha por llegar a fin de mes. A pesar de las limitaciones de sus circunstancias, Eilis anhela más: emoción, aventura y la libertad de tomar sus propias decisiones. Comienza a solicitar un programa de emigración que permite a las jóvenes irlandesas viajar a los Estados Unidos, donde pueden encontrar trabajo y establecer nuevas vidas. Con el apoyo de un sacerdote local, el Padre Flood (Jim Broadbent), Eilis consigue un lugar en un barco con destino a Brooklyn, Nueva York, dejando atrás el único hogar que ha conocido. La primera mitad de la película captura magistralmente el aislamiento y la desilusión de los primeros días de Eilis en Estados Unidos, donde lucha por adaptarse al ritmo acelerado de la vida en la ciudad. En Brooklyn, Eilis conoce y se enamora de Tony Fiorello (Emory Cohen), un encantador fontanero italoamericano que queda prendado de ella desde el momento en que se conocen. Sin embargo, la relación de Eilis con Tony se ve complicada por las barreras culturales y lingüísticas que los separan, así como por las expectativas sociales que se le imponen como inmigrante irlandesa en un país extranjero. Mientras tanto, en el trabajo como empleada de una tienda departamental, Eilis conoce al enigmático y culto James Brennan (Domhnall Gleeson), un irlandés que vive en Brooklyn desde hace varios años y tiene una sensibilidad más refinada y urbana. James se siente inmediatamente atraído por la inocencia y vulnerabilidad de Eilis, y los dos comienzan un noviazgo más sutil y sofisticado que tendrá consecuencias de gran alcance para el futuro de Eilis. A medida que Eilis navega por sus relaciones con Tony y James, también debe lidiar con las duras realidades de su nueva vida, incluidas las dificultades para adaptarse a un idioma extranjero, encontrar un trabajo y lidiar con las complejidades de un nuevo entorno cultural. La película retrata las tensiones entre el deseo de Eilis de asimilación y su anhelo por la familiaridad y el apoyo de su tierra natal, donde es profundamente amada pero limitada por las expectativas que se le imponen. A lo largo de la película, la dirección de Crowley captura maravillosamente las cualidades atmosféricas y cinematográficas de las experiencias de Eilis, desde la luz dorada de la campiña irlandesa hasta las calles iluminadas con neón de Brooklyn. La cinematografía, a cargo de Yves Bélanger, es impresionante, con una paleta de colores apagados que evoca las sutilezas del estado emocional de Eilis. La actuación de Ronan como Eilis es sencillamente notable, transmitiendo la complejidad y el matiz de un personaje cuyos pensamientos y emociones están constantemente en flujo. Su interpretación de la vulnerabilidad, la incertidumbre y la resistencia de Eilis es a la vez profundamente conmovedora y refrescantemente honesta, capturando las luchas silenciosas y las pequeñas victorias de una joven que forja una nueva identidad en un país extranjero. En la segunda mitad de la película, Eilis debe elegir entre Tony y James, una decisión que tendrá consecuencias de gran alcance para su futuro. Si bien la conclusión de la película es emocionalmente satisfactoria, también reconoce las dificultades y complicaciones que conlleva elegir entre dos hombres y dos culturas, destacando las tensiones duraderas entre la asimilación, la identidad y la pertenencia. En última instancia, Brooklyn es una película sobre el poder perdurable de la identidad y las elecciones que hacemos sobre quiénes somos y a dónde pertenecemos. A través de la historia de Eilis, la película de Crowley ofrece una exploración conmovedora y estimulante de la experiencia humana, recordándonos que la identidad nunca es fija, sino que siempre está en proceso, moldeada por la compleja interacción de la cultura, la familia, el idioma y el amor.

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Reseñas