Eddie el Águila

Eddie el Águila

Trama

En medio de un desolado paisaje invernal, donde las montañas nevadas parecen extenderse hasta el cielo, Michael "Eddie" Edwards (interpretado por Taron Egerton) es una figura modesta. Un joven con una amplia sonrisa y una determinación inquebrantable, Eddie es un candidato improbable para enfrentarse al poderoso mundo del salto de esquí. Criado en Cheltenham, una pequeña ciudad de Inglaterra, la familia de Eddie no es particularmente atlética, pero sí comparte su entusiasmo inquebrantable por la vida. El padre de Eddie, Edwin (interpretado por Keith Allen), una figura paterna cariñosa que posee un concesionario de coches usados, y su madre, Cynthia (interpretada por Jo Hartley), una ama de casa y madre devota, animan el espíritu único de Eddie, pero también comprenden la dura realidad del mundo en el que viven. Los primeros recuerdos de Eddie son de ver competiciones de salto de esquí en la televisión, fascinado por la habilidad y la valentía de los atletas que realizan atrevidos saltos en las montañas. Se obsesiona con la idea de representar a Gran Bretaña en los Juegos Olímpicos de Invierno, y dedica cada momento a dominar el arte del salto de esquí. Sin embargo, sus padres y profesores desestiman sus ambiciones, aconsejándole que se concentre en algo más práctico y seguro. Les preocupa que no sea realista, que sea sólo un chico de pueblo sin ninguna posibilidad de llegar a los Juegos Olímpicos. Decidido a demostrar que todos se equivocan, Eddie se propone encontrar un entrenador que crea en él. Viaja de pueblo en pueblo, visitando todos los clubes y estaciones de esquí, buscando a alguien que vea el potencial en él. Su perseverancia da sus frutos cuando conoce a Bronson Peak (interpretado por Hugh Jackman), un entrenador rebelde y carismático con fama de llevar a sus atletas al límite. Bronson es un entrenador poco convencional al que se le ha prohibido competir en los Juegos Olímpicos, pero todavía siente pasión por el deporte. Ha estado viviendo en el exilio, lejos del centro de atención, y ve algo en Eddie que nadie más ve: el fuego en su interior, la convicción en sus ojos. Bronson reconoce que Eddie tiene el corazón de un verdadero atleta, y acepta acogerlo, a pesar de las dudas de la Asociación Británica de Esquí. Bajo la dirección de Bronson, Eddie se entrega al entrenamiento, volcando cada gramo de energía y determinación en dominar el arte del salto de esquí. Bronson le lleva al límite, obligándole a afrontar sus miedos y dudas, pero también le infunde una nueva confianza y fe en sí mismo. A medida que se acercan los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary de 1988, Eddie se enfrenta a una presión creciente por parte del establishment británico, que lo desestima como un acto novedoso, una broma. Los medios de comunicación lo retratan como un desamparado valiente, una historia conmovedora para distraer de la política y los escándalos de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, Eddie no es ninguna broma, y está decidido a demostrar su valía, a demostrar al mundo que es algo más que un acto novedoso. La noche antes de la competición, la familia y los amigos de Eddie se reúnen en su hotel, ansiosos y preocupados. Saben que las probabilidades están en su contra y temen lo peor. Pero Eddie no se inmuta. Se mantiene erguido, con los ojos brillantes de determinación, y les dice: "Voy a salir ahí y a hacer ruido". Y eso es exactamente lo que hace. Llega el día de la competición, y Eddie sale a la pista, con el corazón latiendo con emoción y nervios. Se eleva por los aires, con los esquíes volando por encima de la montaña nevada, mientras el público grita y vitorea. Es un momento de pura euforia, un testimonio del poder del espíritu humano. La actuación de Eddie en los Juegos Olímpicos es un momento histórico, un punto de inflexión en su vida. Supera las rondas de clasificación y, en el proceso, se gana los corazones de la nación. El público ruge con aprobación, coreando su nombre, mientras él permanece de pie en el podio, un símbolo del orgullo y la perseverancia británicos. La película termina con Eddie de pie en el podio olímpico, con los brazos levantados en señal de triunfo y una medalla de bronce alrededor del cuello. Es un momento de pura euforia, un testimonio del poder de creer en uno mismo, incluso ante la adversidad abrumadora. Eddie ha hecho ruido y, al hacerlo, ha inspirado a una generación de jóvenes a seguir sus sueños, por imposibles que parezcan.

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Reseñas