Buenos días

Buenos días

Trama

En el tranquilo entorno suburbano de Tokio, Japón, tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, el director Yasujiro Ozu da vida a una comedia de modales conmovedora y perspicaz en "Buenos días". La película captura magistralmente las complejidades de la dinámica familiar y la dinámica social a través de los ojos de dos jóvenes enérgicos que se rebelan contra la autoridad de sus padres en protesta por su firme determinación de resistir la tentación del consumismo moderno. La historia gira en torno a dos hermanos, Toshio y Koji, que ambos están en la escuela primaria pero tienen personalidades distintas. Toshio es un niño responsable y obediente que hace todo lo posible por seguir las instrucciones de sus padres. Por otro lado, Koji es un joven de espíritu libre y travieso al que le encanta poner a prueba los límites y provocar reacciones de quienes lo rodean. Sus enfoques contrastantes de la vida a menudo los ponen en desacuerdo, pero a pesar de sus desacuerdos, comparten un vínculo inquebrantable. Un día, sus padres, Hisaji y Shige, son abordados por sus vecinos para instalar un televisor en su casa. Los vecinos ya han adquirido uno, y parece que todos los hogares del vecindario están adquiriendo uno. Sin embargo, Hisaji y Shige se niegan a ceder, alegando que no pueden permitírselo y que es un lujo innecesario que los distraerá de la importancia de la familia y la comunidad. Los vecinos y otros adultos de la comunidad están desconcertados por su decisión, pero los dos muchachos ven esto como una afrenta personal a su deseo de experimentar el mundo más allá del suyo. Toshio, que es más propenso a seguir las reglas, inicialmente intenta persuadir a su padre para que cambie su decisión. Razona que tener un televisor sería beneficioso para la familia y sus interacciones sociales. Sin embargo, cuando esto no funciona, Koji se encarga de rebelarse contra la decisión de sus padres negándose a hablar con nadie, incluidos sus propios padres. Inspirado por la audaz postura de Koji, Toshio comienza a seguir su ejemplo, y ambos deciden dejar de hablar como una forma de protesta contra la percibida opresión adulta. A medida que pasan los días, la comunidad que los rodea se vuelve cada vez más consciente de la protesta silenciosa. Los chismes del vecindario se difunden sobre las acciones de los muchachos, y crece la curiosidad sobre sus motivos. Los padres, particularmente Hisaji, intentan razonar con los muchachos, pero Koji se niega a ceder, insistiendo en que los adultos simplemente no los entienden. Hisaji, tratando de enseñar a sus hijos el valor de la perseverancia, continúa resistiendo la tentación de comprar un televisor. Sin embargo, la fascinación de la comunidad por su comportamiento inusual comienza lentamente a desentrañarse, revelando lo absurdo y la fragilidad del mundo adulto. Ozu captura magistralmente las debilidades de la comunidad adulta, que se obsesiona cada vez más con las posesiones materiales, desde televisores hasta lavadoras. A medida que el silencio de los muchachos continúa perturbando el equilibrio de su comunidad, Ozu destaca satíricamente las trampas del consumismo, que había comenzado a impregnar el Japón de la posguerra. En un nivel más profundo, la historia explora los matices de las relaciones intergeneracionales. Los padres, a pesar de sus intentos de ser estrictos, se revelan como bondadosos y cariñosos. La naturaleza gentil de Shige y el afecto de los muchachos por ella son evidentes a lo largo de la película. La decisión de Hisaji de resistir el televisor, aunque obstinada, proviene del deseo de preservar un sentido de comunidad y lazos familiares que cree que está siendo interrumpido por la sociedad cada vez más comercializada. A medida que se desarrolla la historia, las tensiones dentro de la familia disminuyen a medida que enfrentan colectivamente las consecuencias de sus acciones. Koji lentamente comienza a abrirse a sus padres, y Toshio comienza a cuestionar el valor de su sacrificio. Los muchachos aprenden la importancia de la familia, la comunidad y la comunicación, al comprender que su decisión de dejar de hablar fue, en parte, una manifestación de su deseo de conexión y pertenencia. En "Buenos días", Yasujiro Ozu elabora magistralmente un cuento conmovedor y edificante sobre el crecimiento, la identidad y el comentario social. La suave mirada satírica de la película sobre el consumismo en el Japón de la posguerra está impregnada de un profundo respeto por la experiencia humana y las complejidades de la dinámica familiar. Al usar los ojos inocentes de dos jóvenes, Ozu nos recuerda que el mundo está lleno de imperfecciones y contradicciones, pero es al abrazar esas complejidades donde encontramos el mayor valor en la vida.

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Reseñas