No se aceptan devoluciones

En "No se aceptan devoluciones", Valentín (Eugenio Derbez) es un hombre encantador pero irresponsable que posee un popular taller de reparación de yates en la vibrante ciudad de Acapulco. Vive la vida a su manera, rodeado de mujeres hermosas y buenos momentos. Sin embargo, su existencia despreocupada da un giro inesperado cuando descubre a un bebé abandonado en su puerta con solo una nota que dice "No se aceptan devoluciones". Mientras Valentín enfrenta los desafíos de cuidar al bebé, se ve obligado a confrontar su propia inmadurez y asumir la responsabilidad de la vida de otro ser humano. Surgen complicaciones cuando la madre, Julie (Jessica Lindsey), reaparece, exigiendo que le devuelvan a su bebé y revelando que lo había dejado con él porque necesitaba alejarse de su abusivo esposo. Valentín, sin querer ataduras, intenta convencer a Julie de que deje al bebé con él, pero ella se niega. A medida que chocan por la custodia, el estilo de vida despreocupado de Valentín comienza a desmoronarse. Se encuentra creando un vínculo con la niña y luchando por reconciliar sus nuevos instintos paternales con su antiguo yo. A medida que se desarrolla la historia, Valentín debe afrontar las consecuencias de sus actos y aprender a madurar. A través de una serie de desventuras cómicas y momentos conmovedores, descubre que la paternidad no se trata solo de cambiar pañales, sino también de demostrar amor, cuidado y paciencia. A lo largo de la película, Derbez brilla como el protagonista adorable pero imperfecto, aportando humor y patetismo al viaje de su personaje. El tono de la película es alegre, con un toque de sentimentalismo, lo que la convierte en un viaje agradable para el público de todas las edades. En última instancia, "No se aceptan devoluciones" es una historia conmovedora sobre el poder del amor, la familia y el crecimiento personal, que recuerda a los espectadores que incluso los héroes más improbables pueden convertirse en los mejores padres.