Jugaremos en el bosque

Jugaremos en el bosque

Trama

Jugaremos en el bosque es una película española de 2003 centrada en Javier, un joven padre que aún se tambalea por la pérdida de su hijo. Luchando por superar su dolor, Javier encuentra consuelo en la idea de revitalizar el rancho abandonado de su familia, con la esperanza de que este nuevo proyecto le permita reconectar con su esposa, Mariana, quien previamente había intentado quitarse la vida. El futuro de la pareja parece incierto, y Javier está desesperado por darle a su esposa un nuevo comienzo. Creyendo que la restauración del rancho puede ser un punto de inflexión para ellos, Javier imagina un nuevo hogar pintoresco donde él y Mariana pueden reconstruir sus vidas destrozadas. Sin embargo, esta visión se pone a prueba cuando su abuela, Manuela, se niega a venderles la propiedad. Inicialmente desdeñosa de su difícil situación, Manuela parece no estar dispuesta a renunciar al pasado, demostrando un profundo afecto por la herencia familiar. Su negativa no solo bloquea los ambiciosos planes de Javier, sino que también introduce una antigua escisión dentro de la familia, que se remonta a una historia conflictiva que se encuentra bajo la superficie. La discordia dentro de Manuela es desencadenada por la turbulenta relación que existió una vez entre ella y el padre de Javier. Años de animosidad e incomprensión han afectado la memoria colectiva de la familia, creando una barrera invisible que impide el progreso y la convivencia armónica. Las súplicas de Javier a su abuela para que reconsidere su postura simplemente revelan las posiciones endurecidas que cada miembro de la familia ha adoptado con el tiempo. Mariana se encuentra cada vez más enredada en el conflicto exacerbado por la búsqueda implacable del rancho por parte de su esposo. Su frágil estado mental, tambaleándose por la pérdida de su hijo, y la tensión del punto muerto crean un desafío de doble capa que amenaza con consumir su ya frágil hastío del mundo. Mientras que su esposo ve la redención en su hogar perdido, Mariana no quiere nada más que soledad y paz para procesar sus emociones. La subsiguiente división finalmente exacerba el dolor del que ambos intentan escapar, desafiando sus perspectivas futuras e impulsando el improbable conflicto entre la próxima generación y la que está detrás. Con lo que al principio parece una oposición intransigente por un lado y una desesperación impotente por el otro, la determinación de Manuela, obstinada pero sincera, parece inescapable. Sin embargo, entretejidos dentro de la sombría historia que se desarrolla hay destellos iluminadores de amor y memoria tácitos. Vemos a Manuela atesorando y preservando tiernamente artículos relacionados con sus nietos, mientras que Javier encuentra momentos tiernos y vulnerables que le recuerdan una vida dejada atrás cuando nació su hijo. Con el tiempo, llegamos a apreciar su postura no como mera obstinación, sino como un amor profundamente personalizado. Insinúa el desinterés con el que una abuela sin hijos aprecia y ama a la familia que nunca llegó a cumplir sus propias ambiciones maternales.

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Reseñas