Asesinato en el Orient Express

Asesinato en el Orient Express

Trama

El SS Orient Express, un tren legendario que atraviesa el continente con lujo y estilo, había alcanzado un punto crítico en su viaje. Las montañas nevadas de Yugoslavia habían alterado gravemente el horario del tren, y ahora estaba varado en la ciudad de Zemstany. Los pasajeros, algunos de los cuales se encontraban en un estado de desesperación debido a la inesperada parada, no podían comprender la magnitud de la situación. Cuando el detective Hercule Poirot se bajó del tren, se tomó un tiempo para inspeccionar los alrededores. Su familiaridad con los lugares europeos, combinada con una agilidad natural, le permitió navegar hábilmente por el terreno nevado. Sus modales y reputación también le habían valido el respeto de las autoridades locales. Después de llegar al área de aduanas del tren, Poirot se comunicó con el conductor, Monsieur Bouc, para ser informado de un incidente crítico que requería su experiencia. Al entrar en el tren, Poirot fue recibido por el distintivo vagón de Raskol, el 21551. Su instinto reveló de inmediato signos de caos y devastación: el cuerpo del dueño de Raskol yacía en el suelo con múltiples puñaladas. El espantoso descubrimiento provocó una mirada extremadamente severa en Poirot. No pasaría mucho tiempo antes de que el detective supiera lo crucial que sería su trabajo para desentrañar el intrincado caso. A través del relato detallado de Monsieur Bouc y las interacciones posteriores con los pasajeros, Poirot conoció a un grupo diverso de personajes que estaban al alcance de la mano en la escena del crimen. La pareja inglesa, Hector McQueen y Mary Debenham, se encontraban entre los miembros tranquilos del grupo. Por otro lado, Cyrus Hardman y la princesa Dragomiroff poseían un sentido de orgullo que se sentían obligados a reafirmar. No hicieron ningún intento de ocultar su relación tensa con Raskol. Una joven pasajera estadounidense, la señorita Mary Westin, era amiga íntima de Raskol y una de las primeras en encontrarse con el cadáver. Su carácter aparentemente despreocupado hizo que Poirot fuera extremadamente cauteloso. Agregando otra dimensión al grupo, la enigmática Ariadne Oliver, de mediana edad, compartió una idea que no encajaba en las narrativas convencionales. A lo largo del proceso de desentrañamiento, Poirot empleó sus extraordinarias pequeñas células grises y su capacidad para concentrarse en cada aspecto de los eventos. Reflexionó sobre las posibilidades y la serie de eventos: aparentemente, ocurrió una pelea en el vagón 21551 en algún momento. Sin embargo, encontrar la causa específica de la muerte resultó ser más desafiante. Considerando múltiples motivos, los pasajeros se encontraron en el centro del intenso escrutinio de Poirot. Cada pista lo acercó a la identificación del asesino. Sus ojos solían brillar cuando los detalles de un individuo despertaban su curiosidad. El trabajo de Poirot desentrañó un escenario complejo entrelazado con rencores arraigados entre los pasajeros. Algunos sabían poco sobre los demás, sin embargo, cada hilo influyó en la secuencia de eventos que se desarrollaba. A medida que avanzaba la noche, cada persona se enfrentó a un intenso interrogatorio, siendo fuertemente escudriñada por los interrogatorios penetrantes de Poirot. Se les pidió que relataran sus interacciones en la fatídica noche del asesinato. Un individuo compartió cómo escuchó altercados acalorados; otro reveló disputas por las que el temperamento de Raskol era famoso, algunos presenciaron breves enfrentamientos y muchos estaban profundamente preocupados. Pero también Poirot se sintió perplejo por algunas declaraciones y pruebas, las cuales no encontró del todo coherentes o exhaustivas. Sin embargo, lo que lo desconcertó mucho más fue un pequeño mechón enmarañado de un solo cabello humano descubierto incrustado en un pañuelo específico en la escena del crimen, uno que no coincidía con ninguno de sus entrevistados. Este inesperado inconveniente lo llevó a reflexionar sobre otro punto crucial: finalmente necesitaba reflexionar sobre por qué asesinaron a Raskol. Mientras los diversos miembros del grupo ofrecían testimonios contradictorios, Poirot detectó algo que insinuaba que sus distintos 'pequeñas células grises' estaban a punto de descifrar la solución.

Reseñas