Los Condenados No Lloran

Los Condenados No Lloran

Trama

Los Condenados No Lloran (The Damned Don't Cry) es una película estadounidense de cine negro neo-noir de 1950 dirigida por Joseph M. Newman, protagonizada por Joan Crawford y David Brian. La película cuenta la historia de Ethel Whitehead, una mujer de clase trabajadora que vive una vida mundana con su esposo, Mike, en la pequeña ciudad de Muncie, Indiana. Sin embargo, Ethel se siente sofocada por la rutina y el aburrimiento de su existencia diaria. Ella sueña con más, lo que eventualmente la lleva a su perdición. La vida de Ethel es una serie de decepciones y aspiraciones fallidas. Su matrimonio es insatisfactorio y está atrapada en un trabajo sin futuro en la tienda departamental local. Un día, la despiden de su trabajo por ser demasiado agresiva con sus colegas. Este evento marca un punto de inflexión en la vida de Ethel, ya que decide hacer un cambio drástico. Ethel conoce a un hombre llamado Mark Griffin, un vendedor encantador y elegante que le promete una vida mejor. La convence de que deje a su esposo y se mude a la ciudad de Nueva York con él, donde pueden comenzar una nueva vida juntos. Inicialmente, Ethel está extasiada ante la perspectiva de un nuevo comienzo, pero pronto se da cuenta de que Mark tiene motivos ocultos. Está involucrado con un grupo de gánsteres, y la pareja es presentada a un estilo de vida lujoso, que incluye fiestas de clase alta, regalos costosos y una sensación de libertad. Sin embargo, Ethel rápidamente se convierte en un peón en los juegos de Mark. Él la manipula para que haga su voluntad, usando su encanto y control para evitar que lo deje. A medida que se desarrolla la historia, queda claro que Mark está involucrado con la mafia, y Ethel se enreda cada vez más en su red de engaños. Cuando Mark es arrestado por un cargo menor, Ethel se queda sola en la ciudad. Conoce a un joven abogado llamado Bob, que intenta ayudarla a navegar por las complejidades de la vida urbana. Sin embargo, Bob no puede salvar a Ethel de las garras de los gánsteres, quienes se han interesado cada vez más en ella. Los amigos de Mark se aprovechan de su vulnerabilidad y la obligan a prostituirse, lo cual es un golpe devastador para Ethel, ya que se ha esforzado tanto por liberarse de su pasado mundano. A medida que la historia llega a su clímax, Ethel se da cuenta de que ha sido engañada por personas que solo se preocupan por explotarla. Ella decide contraatacar y toma el asunto en sus propias manos. Mark es asesinado, y Ethel se enfrenta a las consecuencias de sus acciones. Al final, es enviada a prisión por su papel en los eventos que ocurrieron. La película termina con la voz en off de Ethel, donde reflexiona sobre los eventos que la llevaron a este punto. Reconoce que estaba cegada por su deseo de una vida mejor y no vio las consecuencias de sus acciones. Los Condenados No Lloran es una poderosa exploración de la condición humana. Examina los temas de la ambición, el deseo y la influencia corruptora de la riqueza y el poder. La historia de Ethel es una advertencia sobre los peligros de perseguir el Sueño Americano a cualquier costo. El uso del simbolismo de la película, particularmente el personaje de Ethel, sirve como metáfora de la idea de que algunas personas pueden estar destinadas a una vida de crimen y que este es un resultado predeterminado para los condenados. El tono oscuro y crudo de la película, combinado con sus sólidas actuaciones, la convierten en un clásico del cine estadounidense. Joan Crawford ofrece una poderosa interpretación como Ethel, aportando profundidad y matices a un personaje complejo. Su interpretación de Ethel es a la vez desgarradora e indignante, mientras lucha por aceptar las consecuencias de sus acciones. El guion de la película de Edmund H. North y Lenore Coffee es una clase magistral de narración, que entrelaza expertamente los hilos narrativos para crear una película convincente y atractiva. Los Condenados No Lloran es un clásico del cine negro que seguirá cautivando al público con sus temas atemporales y sus poderosas interpretaciones. Es un testimonio del poder perdurable del cine para explorar la condición humana y para recordarnos que la línea entre el bien y el mal a menudo es borrosa.

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Reseñas