El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey

En la oscuridad de Mordor, los ejércitos de los pueblos libres de la Tierra Media se reunieron para prepararse para la batalla final que decidiría el destino de su mundo. Las fuerzas del mal, lideradas por el Señor Oscuro Sauron, buscaban destruir todo lo bueno y justo, mientras que los ejércitos de Rohan y Gondor se unían bajo las banderas de sus respectivos reyes. Mientras los ejércitos del bien se preparaban para la confrontación final, una sorprendente revelación sacudió a los pueblos libres de la Tierra Media. Se reveló que Aragorn, el montaraz dúnedain, era, de hecho, el legítimo heredero al trono de los Reyes de los Hombres. Como hijo de Isildur, Aragorn era el descendiente directo de Elendil, el fundador de Gondor y Arnor, y el único heredero legítimo al trono de Gondor. El derecho de Aragorn al trono fue recibido con entusiasmo y temor por los pueblos libres de la Tierra Media. Dudaba en aceptar la corona, sabiendo que la carga de liderar los ejércitos del bien recaería sobre él. Sin embargo, con el aliento de sus amigos y aliados, Aragorn aceptó el desafío y prometió liderar a los ejércitos de Rohan y Gondor a la batalla contra los ejércitos de Sauron. Mientras tanto, Frodo Bolsón, el valiente hobbit y miembro de la Comunidad del Anillo original, se mantuvo firme en su determinación de destruir el Anillo Único de Poder. Acompañado por su leal amigo y compañero, Samsagaz Gamyi, Frodo continuó su peligroso viaje hacia el corazón de Mordor. La pareja enfrentó numerosos desafíos mientras navegaban por los traicioneros paisajes de Mordor, evitando las trampas mortales y los astutos enemigos que acechaban en cada esquina. Uno de los miembros más improbables del grupo de Frodo fue Gollum, una criatura desgarrada por los deseos conflictivos de su propio corazón dividido. La adicción de Gollum al Anillo lo había consumido y estaba desesperado por recuperarlo. A pesar de su naturaleza traicionera, Gollum siguió siendo un guía vital para Frodo y Sam, guiándolos a través de las peligrosas tierras de Mordor. Sin embargo, a medida que avanzaba el viaje, Frodo comenzó a sentir el peso de la influencia del Anillo sobre él. Se volvió cada vez más aislado y retraído, mientras que las fuerzas del Anillo buscaban corromperlo y destruirlo. Sam, sintiendo la angustia de Frodo, se mantuvo al lado de su amigo, brindándole consuelo y apoyo mientras navegaban por los traicioneros paisajes de Mordor. A medida que Frodo y Sam se acercaban a su destino, la fortaleza del Monte del Destino, fueron ayudados por los Rohirrim, liderados por la sobrina del rey Théoden, Éowyn. Los valientes guerreros de Rohan lucharon valientemente contra los ejércitos de Sauron, defendiendo los pasos del Paso de Cirith Ungol y abriendo el camino para que Frodo y Sam llegaran al Monte del Destino. El escenario estaba ahora listo para la confrontación final entre Frodo y Sam, y las fuerzas del mal lideradas por Sauron. Mientras los ejércitos de Rohan y Gondor se enfrentaban con los ejércitos de Sauron en la épica batalla de los Campos del Pelennor, Frodo y Sam llegaron a las puertas del Monte del Destino, donde se decidiría el destino de la Tierra Media. Frodo, acompañado por un Gollum cada vez más desesperado, navegó por la traicionera tierra entre las puertas del Monte del Destino, cada vez más cerca de las profundidades ardientes del volcán. Mientras caminaban, la determinación de Frodo se endureció y estaba decidido a ver su misión hasta su conclusión final. En un paisaje desolado y estéril, Frodo y Gollum llegaron al borde mismo del pozo de fuego del Monte del Destino. Frodo, cansado y magullado, se mantuvo erguido, decidido a destruir el Anillo de Poder. Mientras las fuerzas del mal se acercaban a su alrededor, Frodo arrojó el Anillo a las llamas del Monte del Destino, rompiendo la maldición de Sauron y enviando al antiguo Señor Oscuro a la sima de su propia desesperación. Con la destrucción del Anillo, el Señor Oscuro Sauron encontró su caída final y eterna. Los ejércitos de los pueblos libres de la Tierra Media celebraron su victoriaduramente ganada, mientras que Frodo, ahora libre de la influencia del Anillo, yacía gravemente enfermo en un campo cerca de Morannon, su misión cumplida pero a un gran costo personal. Aragorn, ahora Rey Elessar, velaba por Frodo mientras yacía en su lecho de muerte, con una sonrisa agridulce en su rostro mientras contemplaba el sacrificio final hecho por el humilde hobbit que había cambiado el curso de la historia de la Tierra Media. Mientras Frodo se desvanecía hacia la luz de los Valar, Samsagaz Gamyi lloró por su querido amigo, que había dado su vida para salvar su mundo.