El Transportador

Trama
Frank Martin, un ex oficial de las Fuerzas Especiales convertido en conductor profesional de fugas y contrabandista, vivía al margen de la sociedad. Operando en las sombras, Martin, o "El Transportador", como se le conocía, se había labrado una reputación por su fiabilidad y habilidad para entregar cualquier cosa a cualquiera por el precio justo. Su negocio estaba envuelto en el anonimato, y así lo prefería. No se hacían preguntas ni se emitían juicios. Martin simplemente recogía una entrega, seguía los protocolos necesarios y dejaba la mercancía. El servicio de transporte era lucrativo, con clientes bien pagados dispuestos a desembolsar una buena suma por la entrega garantizada. Martin trabajaba de forma independiente, aceptando trabajos a través de un contacto en la ciudad portuaria francesa de Marsella. Recibió un mensaje para recoger una transferencia en Bratislava, que completó sin problemas. Sin embargo, fue cuando el trabajo en Francia se torció cuando las cosas empezaron a desmoronarse. El último cargamento no era lo que todo el mundo esperaba, y menos aún Martin. A primera vista, pensó que era una carga normal, algo que había visto días mejores. Pero entonces, notó los débiles forcejeos y los sonidos apagados que provenían de debajo de la cubierta. Cuando se dio cuenta de la realidad, Martin entró en acción. Lai, atada y amordazada, era algo más que una alta funcionaria del gobierno; era una joven en peligro. Las reglas de Martin dictaban que no se harían preguntas, pero su humanidad le decía lo contrario. Había visto vidas antes, sí, algunas habían terminado, mientras que otras posiblemente las había salvado. Lai, sin embargo, era diferente. Tal vez era su juventud o la desesperación en sus ojos; en cualquier caso, Martin no podía hacer la vista gorda. A pesar de los riesgos y las posibles consecuencias, decidió tomar cartas en el asunto. Un afeitado apurado con un equipo de hombres vestidos de negro envió a Martin y Lai a huir, mientras Martin trabajaba para sacarlos de la crisis. Perseguido a través de patios de construcción desiertos y calles ruinosas, Martin utilizó sus habilidades curtidas en la batalla y sus astutos instintos para evadir la persecución. Cada movimiento que hacía era calculado, siempre manteniendo a Lai a salvo mientras tendía una trampa a sus perseguidores. De vuelta en Francia, un detective francés llamado Tarconi se acercaba a Martin, gracias a la información proporcionada por su contacto en Marsella. Sin que Martin lo supiera, las autoridades le pisaban los talones. Cuando su tapadera empezó a desmoronarse, las prioridades de Martin pasaron de escapar con vida a limpiar su nombre antes de que fuera demasiado tarde. Tarconi, un hombre perspicaz e inquisitivo, tenía fama de resolver casos que los demás consideraban imposibles de resolver. A través de sus años de servicio, había visto una buena cantidad de personajes turbios y actividad delictiva. El expediente de Martin había llamado su atención, y estaba decidido a detenerlo. Mientras Martin se acercaba al destino de Lai, Tarconi le pisaba los talones. Ambos hombres tenían asuntos pendientes el uno con el otro. Con el cargamento escondido a buen recaudo en el maletero y una cuenta pendiente, Martin navegó por las calles parisinas, dispuesto a poner a prueba sus habilidades. La información reunida llevó a Frank directamente a los empresarios estadounidenses, que intentaron eliminar a Lai en un yate aislado. Martin ejecutó un rescate audaz, utilizando una variedad de tácticas para burlar a sus adversarios. Con sus vidas pendiendo de un hilo, finalmente lograron liberarse y enfrentarse a los hombres malvados responsables de la desaparición de Lai. A partir de ese momento, comenzó un agresivo juego del gato y el ratón, mientras Martin se enfrentaba con ingenio y músculo a los captores de Lai. La historia de Lai se hizo pública, ya que una inocente vulnerable y explotada casi había sido vendida al mejor postor. Tras un peligroso giro de los acontecimientos, Martin puso fin abruptamente al nefasto plan de sus enemigos. Francia, sin embargo, tenía planes más importantes para Frank Martin. Martin se dio cuenta de que lo mismo que había intentado mantener oculto finalmente le había alcanzado. En última instancia, no fueron sus bien perfeccionadas habilidades de conducción o su destreza en el combate lo que provocó el resultado, sino su brújula moral. La gente que perseguía a Frank no buscaba sólo lo que había en su cargamento, sino su propia existencia. Martin había perdido su tapadera, pero era casi como si se hubiera forjado una nueva identidad, una en la que salvar a los demás era lo primero, por encima del beneficio y su propia supervivencia.
Reseñas
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