Lo que queríamos ser

Trama
En medio de un bullicioso cine, entre los susurros de extraños silenciados para evitar spoilers, el destino de dos desconocidos estaba a punto de entrelazarse, alterando para siempre el curso de sus vidas. Lo que queríamos ser es una historia de amor imposible que comienza en el mismo lugar donde los sueños y la realidad se entrelazan: un santuario donde reina el escapismo. Lena y Max, dos almas destinadas a seguir caminos divergentes en la vida, se conocieron fuera de la pantalla grande, donde el encanto del cine tiene el poder de trascender los confines de la realidad. Se cruzaron en un vestíbulo abarrotado, su encuentro inicial un momento efímero en el tiempo, un encuentro fortuito de azar y circunstancia. Sin embargo, las chispas que volaron entre ellos encendieron una llama que redefiniría para siempre su existencia. A medida que su relación comienza a florecer, nos encontramos transportados a un pintoresco café, donde los sonidos de las máquinas de espresso y los murmullos de conversaciones íntimas sirven como telón de fondo sónico para una historia de amor imposible. Es aquí, en este entorno íntimo, donde Lena y Max comienzan a abrirse sobre las vidas que deseaban, aquellas que estaban destinados a vivir, pero que nunca se sintieron del todo libres de explorar. Unidos por su pasión por el cine, se confían el uno al otro, compartiendo sus fantasías y aspiraciones: esperanzas y sueños que pronto se encontrarían entrelazados, como si las fronteras entre la realidad y la fantasía comenzaran a desdibujarse. Lena, una aspirante a artista que lucha por liberarse de las cadenas de la convención, sueña con una vida libre de las estrictas expectativas sociales. Se imagina a sí misma como un espíritu libre, desatado y sin ataduras, con la libertad de crear sin restricciones ni miedo al castigo. Max, por otro lado, está atrapado en un trabajo sin futuro, un alma que se sofoca lentamente bajo el peso de una realidad que nunca eligió. Su deseo es deshacerse de la piel de la monotonía y vivir una vida de aventura y emoción, una vida impregnada de la imprevisibilidad de la experiencia humana. Su amor, forjado en las circunstancias más improbables, florece en medio del vibrante tapiz de su imaginación colectiva. En una serie de encuentros, se retiran a un mundo de su propia creación, uno donde sus sueños son el único principio rector y la realidad da un paso tentativo hacia atrás. Juntos, bailan, con las manos entrelazadas, en el arremolinado baile de la posibilidad, mientras se entregan al embriagador encanto de la imaginación. Sus escapadas se convierten en un testimonio del perdurable poder del cine, un medio que trasciende los confines de la pantalla y se infiltra en todos los aspectos de su ser. Viven indirectamente a través de las películas que ven, identificándose con los personajes y sus viajes, buscando inspiración en las historias que los transportan a reinos hasta ahora desconocidos. Es aquí, en este santuario de fantasías cinematográficas, donde encuentran consuelo y escape de las duras realidades de sus vidas mundanas. Sin embargo, la realidad, con su peso implacable y sus exigencias inflexibles, se niega a ceder por completo. Las líneas entre la fantasía y la realidad comienzan a desdibujarse, y la fachada de su mundo perfecto comienza a resquebrajarse. A medida que las presiones de la vida cotidiana se imponen, el frágil equilibrio de su relación se pone a prueba. Se enfrentan a las duras realidades de sus destinos, con todas sus decepciones y desilusiones asociadas. A medida que se desarrolla el viaje, Lo que queríamos ser se convierte en una exploración conmovedora de la condición humana, un retrato matizado de la tensión que existe entre nuestros deseos y las vidas que nos vemos obligados a llevar. Plantea la pregunta, ¿podemos vivir realmente las vidas que queremos, o estamos para siempre atados por las limitaciones de un mundo que se niega a ajustarse a nuestros ideales? La respuesta, al igual que las narrativas cinematográficas que sirven de telón de fondo a su historia, sigue siendo ambigua y abierta, dejando al público que reflexione sobre las complejidades de la experiencia humana. En última instancia, es esta tensión la que sirve como núcleo emocional de la narrativa, un recordatorio de que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, estamos para siempre atados por las cadenas de la realidad. Sin embargo, también es esta misma tensión la que nos proporciona esperanza, un rayo de posibilidad de que quizás, a través del poder de nuestra imaginación colectiva, podamos dar forma a la realidad de nuestras propias vidas, incluso si eso significa retirarnos a un mundo de nuestra propia creación, un mundo donde Lo que queríamos ser se convierte en la única verdad que realmente importa.
Reseñas
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