El Justiciero

Trama
Paul Kersey, un arquitecto apacible y un devoto hombre de familia, llevaba una vida tranquila en la ciudad de Nueva York con su esposa, Joey, y sus dos hijas. Sin embargo, su tranquilidad se hizo añicos cuando Joey fue brutalmente asesinada en un asalto que salió mal. El ataque fue llevado a cabo por un grupo de matones adolescentes que se envalentonaron por la laxa aplicación de la ley y el sistema de justicia corrupto de la ciudad. Las secuelas de la tragedia encuentran a Paul en un estado de dolor y entumecimiento, luchando por sobrellevar la pérdida de su amada esposa. A pesar de sus mejores esfuerzos, no puede sacudirse la sensación de impotencia y vulnerabilidad que parece impregnar cada aspecto de su vida. Sus hijas, Carol y Charlotte, se ven obligadas a valerse por sí mismas, obligadas a navegar por las complejidades de la adolescencia sin la guía de los padres. Mientras Paul navega por las traicioneras aguas de su nueva realidad, comienza a sentir un creciente resentimiento hacia el sistema que le falló a él ya su familia. Es testigo de la respuesta cruel y burocrática de las autoridades, que parecen más interesadas en encubrir el incidente que en impartir justicia. La ineptitud del sistema solo sirve para erosionar aún más la fe de Paul en su capacidad para proteger a los inocentes y brindar una medida de seguridad. A medida que los días se convierten en semanas, Paul se desilusiona cada vez más con la negativa de la ciudad a tomar medidas serias contra la ola de crímenes violentos que está arrasando sus calles. Su percepción de la realidad cambia para siempre cuando se encuentra con un crimen particularmente horrendo y de alto perfil, donde una joven madre y sus hijas fueron brutalmente asesinadas en un túnel del metro. La combinación de la tragedia personal de Paul y su desilusión con el sistema desencadena un cambio transformador dentro de él. Comienza a sentir una ira fría y distante que se enquista en los rincones de su mente, esperando a hervir en violencia. Es esta mezcla tóxica de emociones lo que finalmente pone a Paul en un camino que lo cambiará para siempre, transformando a un arquitecto apacible en una máquina de matar. Bajo la tutela de su amigo Charley McHenry, un detective rebelde que opera fuera del sistema, Paul comienza a tomar el asunto en sus propias manos. Charley, quien comparte la indignación y frustración de Paul con las calles de la ciudad plagadas de crímenes, le enseña cómo usar sus habilidades y recursos para exigir justicia, un concepto perdido hace mucho tiempo en los laberínticos pasillos de la burocracia. A medida que Paul se vuelve competente en el arte de la defensa personal, comienza a usar estas nuevas habilidades para atacar la fuente de su dolor: los matones y gánsteres que se aprovechan de los inocentes y destruyen familias como la suya. Con cada día que pasa, la resolución de Paul se fortalece, impulsada por un propósito singular: rastrear y vengarse de los responsables del asesinato de su esposa. La representación de la transformación de Paul en la película es a la vez cautivadora e inquietante, ya que gradualmente se desprende de sus inhibiciones anteriores y se envalentona en su búsqueda de la justicia. Mientras acecha a su presa, Paul adopta un mantra escalofriante, "Tengo justicia para otorgar", murmurando estas palabras en un tono frío y mecánico que envía escalofríos por la columna vertebral de la audiencia. A lo largo de su venganza, Paul deja un rastro de cuerpos a su paso, desconcertando al sistema que había dejado a su familia vulnerable al ataque. A medida que más y más víctimas caen en sus manos, los medios comienzan a representarlo como un justiciero, un nombre que adjuntan a su cruzada con una mezcla de fascinación y repulsión. La culminación de la cruzada de Paul es un choque de proporciones épicas entre el protagonista y su némesis, un importante gánster que había proporcionado al cerebro detrás del asesinato de Joey. A medida que se desarrolla su lucha de toma y daca, Paul se ve atrapado en una vorágine de violencia que amenaza con consumirlos a ambos. Finalmente, Paul sale victorioso, habiendo impartido su propia marca de justicia en las calles de la ciudad de Nueva York. Su transformación de un arquitecto apacible a una máquina de matar ha cambiado para siempre el curso de su vida. Aunque esta acción es denostada por muchos, encuentra una extraña satisfacción al saber que finalmente ha logrado lo que se propuso hacer, una determinación que lo acompañará por el resto de su vida. A lo largo de la agitación, la supervivencia de Paul se ha reducido a un mantra simple pero mortal, expresado en silencio para sí mismo y ahora perdido en sangre: 'Mataré a uno de ustedes al día mientras viva uno de ustedes'.
Reseñas
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