Hargrove

Trama
La cámara se desplaza sobre las calles empedradas de París, con la Torre Eiffel que se vislumbra a lo lejos mientras la ciudad despierta de su letargo. Somos llevados al interior del apartamento de la leyenda del jazz Roy Hargrove, quien se sienta en medio de un espacio desordenado lleno de instrumentos, fotografías y recuerdos. Este es el lado íntimo y desprevenido del hombre a menudo aclamado como un profeta musical, capturado por la directora Eliane Henri en su conmovedora película, Hargrove. La película nos lleva a un viaje a través de la vida de Roy, desde su base de operaciones en Los Ángeles hasta varias ciudades europeas, incluidas Viena, Perugia, Sète, Sorrento y Marsella. Es un verano caluroso, y el calor solo se compara con la pasión que irradia de las actuaciones de Roy. Se nos muestran vislumbres íntimos de ensayos, pruebas de sonido y sesiones improvisadas, momentos que revelan el genio detrás de la música. A medida que profundizamos en la película, somos introducidos a un mundo de leyendas de la música, cada una hablando del profundo impacto que Roy ha tenido en sus vidas y carreras. Erykah Badu, la cantante y compositora ganadora del Grammy, describe a Roy como un espíritu afín, alguien que encarna el espíritu de creatividad y experimentación que define la tradición del jazz. Herbie Hancock, el icónico pianista y compositor, reflexiona sobre las formas en que el estilo de Roy - con su fusión de bebop, R&B y ritmos afrocubanos – ha influido en una generación de músicos. Mos Def, el poeta y músico, elogia la valentía y la voluntad de Roy de superar los límites, tanto dentro como fuera del escenario. Estas conversaciones sirven como algo más que simples reminiscencias nostálgicas; nos invitan a considerar las complejidades de la vida del artista. ¿Qué significa ser un artista, particularmente en el contexto estadounidense, donde las líneas entre la expresión creativa y la viabilidad comercial se difuminan constantemente? La historia de Roy está inextricablemente ligada al contexto histórico y cultural en el que surgió, un contexto moldeado por el Black Arts Movement, la era de los Derechos Civiles y el auge del hip-hop. Al seguir a Roy por las ciudades de Europa, somos recompensados con momentos de belleza cruda y vulnerabilidad. En Viena, actúa con una banda de músicos compañeros, su interpretación imbuida de una sensación de alegría y abandono que es contagiosa. En Perugia, nos lleva entre bastidores, donde está rodeado de fans y amigos, su generosidad y humildad evidentes en la forma en que se relaciona con cada persona. En Marsella, se sienta en un pequeño café, rodeado de fans y periodistas, y habla con franqueza sobre su vida, su música y las luchas que ha enfrentado. La película también es una carta de amor al propio Roy, al hombre detrás de la música, un individuo complejo y multidimensional lleno de contradicciones y paradojas. Se nos muestran sus primeros días, cuando era un niño tímido e introvertido de Los Ángeles que, sin embargo, tenía un talento innegable para tocar la trompeta. Nos llevan a través de sus años de formación, cuando estuvo expuesto a la música de Miles Davis, John Coltrane y Charlie Parker, y comenzó a desarrollar su propia voz única. A lo largo de todo, nos sorprende la sensación de legado que impregna la película. Roy es ampliamente considerado como uno de los mejores trompetistas de jazz de su generación, un estatus que debe tanto a su dominio técnico como a su profundidad emocional y matices. Wynton Marsalis, el trompetista y director de orquesta ganador del Premio Pulitzer, habla de las formas en que Roy ha ayudado a dar forma al futuro del jazz, inspirando a una nueva generación de músicos a superar los límites de la forma de arte. A medida que nos acercamos al final de la película, queda claro que esta es también una historia sobre la pérdida, sobre la fragilidad de la vida y la preciosidad del arte. El viaje de Roy es uno de triunfo y tragedia, de avances y contratiempos, un viaje que se truncó de una manera inesperada y desgarradora. En última instancia, Hargrove es una película sobre el poder perdurable de la música para trascender fronteras, para hablar de nuestras esperanzas y temores más profundos y para conectarnos con algo más grande que nosotros mismos. Es un testimonio de la huella indeleble que Roy Hargrove dejó en el mundo, una huella que sigue inspirando e influyendo en los músicos de hoy en día. Cuando terminan los créditos, nos quedamos con el recuerdo inquietante de su forma de tocar, su voz nos lleva en una marea de sonido que es a la vez alegre y melancólica, un recordatorio de que, incluso ante la pérdida, la música sigue viva.
Reseñas
Recomendaciones
