H.H. Holmes: El Primer Asesino en Serie de Estados Unidos

Trama
La historia de H.H. Holmes, uno de los asesinos en serie más infames de Estados Unidos, ha cautivado al público durante generaciones. Sus horripilantes crímenes durante la Exposición Mundial Colombina de Chicago de 1893 son material de leyenda, y el viaje de su vida desde humildes comienzos hasta un monstruoso villano tiene todos los ingredientes de un escalofriante thriller de crímenes reales. Nacido como Herman Webster Mudgett en 1856 en Gilmanton, Nuevo Hampshire, hijo de Levi y Theodate Mudgett, la vida temprana del joven Herman parecía albergar promesas de un futuro respetable. Era inteligente, encantador y de buen comportamiento, y a menudo dedicaba horas a leer y ayudar a su madre con las tareas del hogar. Sin embargo, fue durante su adolescencia cuando Herman comenzó a exhibir un lado más oscuro. A menudo atormentaba a sus hermanos menores, participando en crueldad y manipulación que se convertirían en características distintivas de su futuro comportamiento. Después de graduarse del Seminario Femenino de Fitchburg (ahora Escuela Secundaria de Fitchburg), Herman decidió seguir una educación médica en la Escuela de Medicina de Dartmouth. Fue allí donde perfeccionaría sus habilidades, estudiando bajo la guía de varios médicos prominentes y eventualmente obteniendo su título de médico. Sin embargo, debajo de la superficie, una personalidad siniestra continuó emergiendo. El descenso de Herman a la locura comenzó en 1877 cuando asumió el alias de H.H. Holmes (la "H" representa Holmes, un nombre familiar, y el alias posiblemente derivado del personaje ficticio Sherlock Holmes). Este alias serviría como su alter ego, y a través de él, cultivó una reputación como una figura carismática y misteriosa. A lo largo de finales de la década de 1870 y la década de 1880, Holmes se estableció como un profesional médico, trabajando en varios hospitales y clínicas en el Medio Oeste y el Sur. Sin embargo, su reputación como un hombre de damas y un charlatán elocuente le valió más admiración que respeto real. A medida que continuó construyendo su personaje, Holmes comenzó a acumular riqueza y notoriedad, pero también comenzó a acumular secretos. A finales de la década de 1880, la obsesión de Holmes con las obras de Edgar Allan Poe se hizo evidente. A menudo incorporaba elementos de los cuentos del autor en su propia vida, inspirándose en historias como 'El pozo y el péndulo' y 'El corazón delator'. Fue durante este tiempo que comenzó a desarrollar un interés en la tortura, que eventualmente se convertiría en su retorcida firma. La construcción del infame 'castillo del asesinato', ubicado en Englewood, Chicago, comenzó en 1891. Construido específicamente para la Exposición Mundial Colombina de 1893, el castillo fue diseñado para atender la afluencia de visitantes y proporcionar alojamiento de lujo para los huéspedes. Sin que lo supieran, el edificio también era un dispositivo siniestro, creado para atrapar y matar a quienes se alojaban allí. El plan de Holmes era atraer a víctimas desprevenidas a su castillo, donde serían sometidas a diversas formas de tortura y finalmente asesinadas. Su 'cámara de tortura' era un artilugio elaborado, completo con habitaciones secretas, pasajes ocultos y tuberías de gas que le permitían matar a sus víctimas sin dejar rastros de juego sucio. El infame 'conducto engrasado' del castillo, un tobogán de 4 metros que dejaba caer a las víctimas varios pisos hacia abajo, fue uno de los aspectos más espantosos de su plan. A lo largo de 1893 y 1894, Holmes continuó practicando su oficio, aprovechándose de almas vulnerables, incluidas mujeres, hombres y niños. Sus métodos fueron tan brutales como ingeniosos. Ofrecía a sus víctimas un empleo temporal, prometiéndoles ingresos regulares a cambio de un pago inicial. Una vez que las víctimas llegaban a su castillo, quedaban atrapadas en una red de engaños, y sus vidas se convertían en nada más que peones en un retorcido juego del gato y el ratón. Sin embargo, el reinado de terror de Holmes finalmente llegó a su fin en 1894, cuando una serie de eventos y coincidencias condujeron a su caída. Una de sus víctimas, Benjamin Pitezel, no se presentó a trabajar, lo que llevó a Holmes a asumir lo peor y lo mató. En un intento desesperado por encubrir sus huellas, Holmes huyó, asumiendo varios alias e intentando distanciarse de sus crímenes anteriores. La confrontación final tuvo lugar el 17 de noviembre de 1894. Holmes, que había adoptado el alias de Henry Ward, fue arrestado en Boston, Massachusetts. Se descubrió que poseía una gran suma de dinero en efectivo y varios documentos de identificación, incluida una orden de arresto. En un juicio posterior, Holmes confesó los asesinatos de 27 personas, aunque las estimaciones sugieren que su conteo real fue mucho mayor. Posteriormente fue sentenciado a muerte y ejecutado por ahorcamiento el 7 de mayo de 1896 en la prisión de Moyamensing en Filadelfia. A pesar de los horrores que infligió al mundo, H.H. Holmes sigue siendo una de las figuras más fascinantes y escurridizas en los anales del verdadero crimen estadounidense. Su habilidad para manipular y engañar a las personas, su inteligencia y su naturaleza sádica contribuyeron a una personalidad retorcida que continúa cautivándonos y horrorizándonos hasta el día de hoy. Los trágicos eventos de la vida de Holmes sirven como un recordatorio de que, incluso entre los individuos aparentemente más encantadores y exitosos, puede haber un mundo oscuro y siniestro esperando ser desatado.
Reseñas
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