Senseless (Sin Sentido)

Senseless (Sin Sentido)

Trama

En la película estadounidense de ciencia ficción de 1999, Senseless (Sin Sentido), Mark Mason, interpretado por Quentin 'Ripper' Owens, es un estudiante universitario con talento para meterse en problemas. Su comportamiento imprudente a menudo lo mete a él y a sus amigos en situaciones difíciles. Una noche, mientras asiste a una fiesta, Mark se topa con una droga experimental de aumento sensorial creada por el Profesor Elliot, un brillante neurocientífico. La droga pretende dar al usuario habilidades extraordinarias para experimentar e interactuar con su entorno. Inicialmente, Mark descarta la idea de probar la droga, pero finalmente cede después de ser convencido por sus amigos. Antes de tomar la sustancia, Mark es advertido por el Profesor Elliot de que puede conducir a resultados impredecibles y sólo debe utilizarse durante un corto período de tiempo. Sin embargo, Mark y sus amigos ignoran la advertencia, ansiosos por experimentar por sí mismos los sentidos mejorados. Después de ingerir la sustancia, Mark descubre que puede percibir su entorno de una manera completamente diferente. Sus sentidos se agudizan increíblemente y experimenta el mundo con gran detalle. Su vista se vuelve increíblemente precisa, su audición se mejora hasta el punto en que puede captar los sonidos más ligeros, su sentido del olfato es increíblemente agudo y su sentido del tacto le permite percibir incluso los cambios más mínimos en la temperatura y la textura. Al principio, las nuevas habilidades parecen emocionantes para Mark, quien inicialmente las ve como un medio para obtener una ventaja sobre sus compañeros. Sin embargo, a medida que avanza la noche, Mark comienza a darse cuenta de las verdaderas implicaciones de los sentidos mejorados. Su mundo ya no es familiar, ya que cada sonido, olor y vista se amplifica más allá del reconocimiento. Su percepción de la realidad se distorsiona y lucha por navegar a través de la abrumadora información. Mark también comienza a experimentar alucinaciones visuales vívidas, y sus sentidos agudizados se vuelven cada vez más desorientadores. Esta nueva perspectiva revela el verdadero alcance de los efectos secundarios de la mejora sensorial y plantea interrogantes sobre las posibles consecuencias de su uso. Los amigos de Mark, inicialmente entusiasmados por su experiencia, comienzan a sufrir efectos secundarios similares, enfatizando aún más la advertencia que proporcionó el Profesor Elliot. Con sus sentidos agudizados, se vuelven retraídos y se desconectan de la realidad, y finalmente caen en la locura. Mientras tanto, el Profesor Elliot, que había estado monitoreando a Mark y sus amigos de forma remota, comienza a preocuparse cada vez más por los efectos del aumento sensorial. Se da cuenta de que la sustancia puede conducir a una ruptura completa en la estabilidad cognitiva y emocional del usuario, haciéndolos incapaces de diferenciar entre la realidad y la fantasía. Desesperado por deshacer el daño y restaurar los sentidos de sus amigos a su estado normal, Mark busca al Profesor Elliot, esperando una reversión de los efectos. Sin embargo, el científico le advierte que puede ser demasiado tarde y que el mejor curso de acción sería simplemente dejar que la naturaleza siga su curso, esperando a que la sustancia desaparezca. El mundo de Mark se vuelve cada vez más caótico mientras lucha por recuperar una apariencia de control sobre sus sentidos. En un intento desesperado por restaurar algo de equilibrio, se propone buscar ayuda de un profesional médico local. Sin embargo, sus acciones se vuelven cada vez más erráticas, lo que hace que sus amigos y el Profesor Elliot se preocupen por los posibles riesgos que plantea. En última instancia, la película toma un giro sombrío, insinuando que el descenso de Mark a la locura puede ser irreversible. A medida que la mejora sensorial continúa devastando su mente, el mundo de Mark se convierte en una experiencia surrealista y de pesadilla, difuminando las líneas entre la realidad y la fantasía. El estudiante que alguna vez fue optimista, impulsado por el deseo de una ventaja, ahora está perdido y desconectado del mundo que lo rodea, cambiado para siempre por su desafortunada decisión de abusar de la droga de aumento sensorial. Al final, Senseless (Sin Sentido) sirve como una advertencia sobre los peligros de jugar a ser Dios, experimentar con la naturaleza y la imprevisibilidad de la conciencia humana cuando se la lleva más allá de sus límites. La película deja al espectador cuestionando el valor de las habilidades extraordinarias y la importancia de vivir dentro de los límites de lo que es naturalmente posible.

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Reseñas