Sexo, Drogas y Bicicletas

Trama
Dirigida por Mike McCormack y narrada por Nick Nemeroff, Sexo, Drogas y Bicicletas es una película documental de 2018 que se embarca en una expedición para descubrir la verdad sobre una sociedad aparentemente utópica. La película, inspirada en un documental danés de 2014 llamado "Into a Good Life", profundiza en las vidas de un grupo de islandeses que han adoptado un enfoque experimental de la felicidad. El documental comienza con una afirmación provocativa: que el alarmismo en Occidente sobre la adopción de un modelo nórdico de bienestar social es una artimaña. En lugar de conducir al estancamiento y la decadencia moral, el experimento de Islandia con un ingreso básico universal (IBU) y beneficios sociales extendidos ha producido una población que es posiblemente más feliz, más saludable y más plena que sus contrapartes occidentales. Los cineastas llegan a Islandia justo cuando un grupo de lugareños participa en un experimento social de un año. Han acordado recibir un estipendio mensual incondicional, que les proporciona un ingreso mínimo garantizado equivalente a aproximadamente $1,200. Esto les permite perseguir sus pasiones sin la carga de un trabajo tradicional de 9 a 5. El equipo pasa varias semanas conociendo a estas personas y sus historias. Está Bjarni, un músico en apuros que siempre ha soñado con componer música a tiempo completo; Sigríður, una madre soltera que trabaja como autónoma y que intenta equilibrar su carrera con el cuidado de su hijo pequeño; y Hulda, un padre que se queda en casa y que ha podido dedicarse a criar a su familia a tiempo completo. A medida que el documental sigue a estos personajes, se hace evidente que sus vidas se han transformado. Con la seguridad de un ingreso garantizado, pueden perseguir sus pasiones y vivir una vida más auténtica. Informan sentirse menos estresados, menos ansiosos y más conectados con sus comunidades. Uno de los principales arquitectos del experimento de Islandia es Gudmundur Kristinn Gunnarsson, un profesor de economía que ha abogado durante mucho tiempo por una distribución más equitativa de la riqueza. Gunnarsson ve el experimento como una oportunidad para demostrar que las personas seguirán esforzándose y prosperando incluso en ausencia de una ética de trabajo tradicional. A lo largo de la película, el equipo se encuentra con una variedad de opiniones de islandeses sobre el experimento y sus implicaciones. A algunos les preocupa que el IBU esté creando una cultura de dependencia, mientras que otros lo ven como una medida necesaria para garantizar que todos tengan un nivel básico de prosperidad. A medida que avanza el documental, los cineastas comienzan a plantear preguntas más profundas sobre la naturaleza de la felicidad y la realización. ¿Son estos islandeses realmente más felices que las personas en otras partes del mundo? ¿O es esto solo una ilusión superficial? Uno de los aspectos más convincentes del documental es su retrato matizado de las complejidades de este experimento. Los cineastas se niegan a ofrecer respuestas fáciles o soluciones simplistas, capturando en cambio la realidad desordenada y multifacética de la experiencia humana. En última instancia, Sexo, Drogas y Bicicletas es un testimonio del poder de la experimentación social y el potencial de los individuos y las comunidades para redefinir lo que significa vivir una buena vida. El documental no proporciona una respuesta definitiva a su pregunta provocativa, sino que ofrece una exploración rica y matizada de una sociedad que está repensando la noción misma de felicidad y realización. La película plantea preguntas profundas sobre la relación entre la economía, la política y el bienestar humano, y anima a los espectadores a pensar críticamente sobre los valores y supuestos que subyacen a nuestros sistemas sociales y económicos. Es una película profundamente humanizadora y estimulante que dejará al público inspirado, desafiado y quizás incluso un poco cambiado.
Reseñas
Recomendaciones
