Takedown (Redención Letal)

Takedown (Redención Letal)

Trama

Los ojos de David escaneaban el paisaje desolado, el único sonido era el zumbido del motor mientras su camioneta de seguridad avanzaba por la carretera. Habían pasado cinco años desde aquel fatídico día que destrozó su mundo. Su hija, Emma, era solo una niña cuando fue brutalmente atacada y dada por muerta. Las consecuencias emocionales destrozaron su matrimonio, dejándolo como un cascarón vacío de hombre. Había perdido su trabajo y, con él, la apariencia de propósito. Ahora, existía en un estado de animación suspendida, atrapado en una vida de silenciosa desesperación. Como guardia de seguridad, las tareas de David eran rutinarias e insatisfactorias. Patrullaba los caminos vacíos, con su mente atormentada por los fantasmas de su pasado. El recuerdo del rostro de Emma estaba grabado en su mente, un recordatorio constante de lo que le habían quitado. Las heridas, aunque aparentemente curadas, aún persistían, esperando la tormenta perfecta para desatar su furia. Fue en una de estas inspecciones rutinarias que la vida de David estaba a punto de dar un giro drástico. Había estado conduciendo durante horas, el sol calentando el tablero de su camioneta, cuando la vio. Una joven serbia, de no más de 15 años, estaba acurrucada en la cabina, con los ojos hundidos por el miedo. La reacción inicial de David fue ignorarla, pretender que no la había visto, pero algo en esos ojos suplicantes le detuvo la mano. "¿Qué haces aquí?" preguntó, con voz áspera, tratando de ocultar la preocupación que crecía en su interior. La chica, su nombre era Nadja, susurró que se había estado escondiendo en el camión para escapar de los hombres que habían asesinado a su hermana y la habían alejado de su familia. El estómago de David se retorció de rabia y empatía. Conocía muy bien los horrores de la trata de personas, y el recuerdo del ataque de Emma brilló vívidamente en su mente. Las palabras de Nadja tocaron una fibra sensible en lo más profundo de David. Había estado atrapado en este infierno en vida durante demasiado tiempo, con sus emociones adormecidas por el dolor. Pero esta chica, esta niña inocente, había depositado su confianza en él, y David sintió una chispa de propósito encenderse en su pecho. Mientras miraba a su alrededor, David supo que tenía que actuar rápido. No podía confiar en que las autoridades acudieran en su ayuda. Los hombres que se habían llevado a Nadja probablemente estaban conectados a una red de trata de personas más grande, y sus tentáculos llegaban muy lejos. El instinto de David le decía que estaba corriendo un gran riesgo al intervenir, pero no podía quedarse de brazos cruzados y no hacer nada. Se detuvo a un lado de la carretera y apagó el motor. Los ojos de Nadja se fijaron en los suyos, llenos de una esperanza desesperada. David sintió una oleada de adrenalina y un sentido de responsabilidad. Sabía que tenía que ponerla a salvo, evitar que cayera en las garras de esos monstruos. Sin una palabra, David hizo pasar a Nadja al asiento del pasajero, con la mano protegiéndola en el brazo. Condujeron en silencio, el único sonido era el zumbido del motor y el latido de sus corazones. David sabía que el tiempo se acababa para Nadja. Con cada milla que pasaba, se acercaban al peligro. Cuando se acercaban a las afueras de la ciudad, David vio un refugio para mujeres, un refugio para aquellas que habían huido de las garras de los traficantes de personas. Sabía que esta era la mejor oportunidad de Nadja para escapar de sus verdugos. David entró en el estacionamiento y saltó de la camioneta. Nadja se apresuró a seguirlo, con los ojos mirando nerviosamente alrededor del estacionamiento. David la acompañó al interior del refugio, donde una consejera, Rachel, los recibió con una cálida sonrisa. Mientras David esperaba ansiosamente, Rachel llevó a Nadja a un lugar seguro, prometiéndole que estaría protegida, que estaría a salvo. David vio como la chica desaparecía en el refugio, una sensación de esperanza y redención le invadía. Por primera vez en cinco años, David sintió que las cadenas de la culpa y el dolor comenzaban a aflojarse. Había encontrado un nuevo propósito, una oportunidad para redimirse, para enmendar el no haber protegido a Emma. Al ayudar a Nadja, David había dado el primer paso hacia la curación. Sabía que el camino por delante estaría lleno de peligros, pero por primera vez en años, sintió un rayo de esperanza. Mientras salía del refugio, David sintió una nueva sensación de determinación. Sabía que ahora estaba metido en esto, que no tenía más remedio que seguir adelante. Con la ayuda de Rachel, David se embarcó en una misión para acabar con la red de trata de personas, para llevar esperanza a Nadja y a muchas otras como ella. Sería un viaje peligroso, pero David estaba preparado. Por primera vez en años, se sintió vivo.

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Reseñas