El Jugador

Mark Wahlberg protagoniza la nueva versión de 2014 del clásico de 1974 "El Jugador", un drama apasionante que explora el lado oscuro de las apuestas de alto riesgo y las líneas borrosas entre el azar y el destino. El profesor de literatura Jim Bennett, interpretado por Wahlberg, es un arriesgado autodestructivo que lleva una doble vida como jugador de grandes apuestas. La adicción de Bennett a la emoción del juego es un mecanismo de defensa para sus propios demonios personales, y la descarga de adrenalina que obtiene al hacer apuestas masivas es un escape temporal del vacío que siente. La doble vida de Bennett está llena de contradicciones: es profesor de literatura, pero su fascinación por el existencialismo y el nihilismo solo sirve para alimentar su propio comportamiento imprudente. Su fascinación por el concepto de la nada y la falta de sentido de la vida es una profecía autocumplida que impulsa sus acciones y lo impulsa aún más por un camino de autodestrucción. A medida que desciende más profundamente en el mundo de las apuestas de alto riesgo, las relaciones de Bennett con quienes lo rodean comienzan a desmoronarse. Los acreedores de Bennett son una presencia amenazante en su vida, liderados por el calculador y despiadado Victor, interpretado por John Torturro. Cuando Bennett no cumple con su deuda, Victor envía a su ejecutor, Frank, interpretado por Michael Shwarz, a cobrar. Frank es un usurero paternalista que se interesa por Bennett, no solo como cobrador de deudas, sino como una persona que necesita orientación y una segunda oportunidad. A medida que la relación de Bennett con Frank se profundiza, queda claro que Frank ve a Bennett como un joven problemático que necesita orientación, en lugar de solo un cobrador de deudas. Mientras tanto, Bennett se obsesiona cada vez más con su estudiante, Laurie, interpretada por Brie Larson. La fascinación de Bennett por Laurie es algo complejo y multifacético: en la superficie, es un profesor carismático que se interesa románticamente en su estudiante. Sin embargo, a medida que avanza la historia, queda claro que el interés de Bennett en Laurie también es una forma de reconectarse con algo puro e inocente en un mundo que ha perdido el control. A medida que la relación de Bennett con Laurie se profundiza, comienza a verla como un símbolo de esperanza y redención en un mundo que está fuera de control. El propio pasado de Bennett está marcado por el fracaso y la pérdida, y su adicción al juego ha destruido sus relaciones con su familia y amigos. Sin embargo, con Laurie, Bennett siente un rayo de esperanza de que puede cambiar sus caminos y dar un giro a su vida. La película es un thriller tenso y lleno de suspense que se precipita hacia su conclusión a una velocidad vertiginosa. A medida que la deuda de Bennett con Victor crece, se enreda cada vez más en una red de engaños y violencia, con Frank atrapado en el medio. El clímax de la película es una confrontación tensa e intensa entre Bennett y los secuaces de Victor, con Bennett usando todo su ingenio y astucia para mantenerse un paso por delante de sus enemigos. A lo largo de la película, el director Rupert Wyatt ("The Escape") y el escritor William Monahan ("The Departed") crean un mundo que es a la vez crudo e introspectivo. El uso de la ubicación y la cinematografía de la película crea una sensación de realismo e inmediatez, sumergiendo al espectador en el mundo de las apuestas de alto riesgo de Bennett. La actuación de Wahlberg es un tour-de-force, que aporta profundidad y matices a un personaje complejo y defectuoso. En última instancia, "El Jugador" es una película sobre la adicción, la redención y la condición humana. Las luchas de Bennett con su adicción sirven como una metáfora de las luchas universales que todos enfrentamos en la vida: la lucha por encontrar significado, la lucha por superar nuestros defectos y la lucha por encontrar la redención. La conclusión de la película es poderosa y estimulante, y deja al espectador reflexionando sobre la pregunta fundamental: ¿podemos realmente cambiar alguna vez, o estamos atrapados para siempre por nuestras propias tendencias autodestructivas?