El Reverendo

Trama
El Reverendo, el residente más nuevo del tranquilo pueblo rural, se había creído bien preparado para su nueva vida en la pequeña e idílica parroquia. Con un certificado reciente del seminario y un fuerte sentido de devoción, se propuso llevar su fe a la comunidad de una manera cálida, acogedora e inclusiva. Pero nada podría haberlo preparado para los eventos que se desarrollarían en la oscuridad de la noche, cuando una misteriosa joven lo visitó en la capilla. El pueblo, en la superficie, parecía un lugar perfecto para comenzar una nueva vida, con residentes que hacían todo lo posible para saludar al Reverendo calurosamente y ofrecer su ayuda. El Reverendo, con su naturaleza inocente y confiada, rápidamente se sintió a gusto con los aldeanos. Parecían admirarlo y respetarlo genuinamente, y sintió un sentido de pertenencia que no había sentido desde el seminario. Pero debajo de la fachada de comunidad y amistad, acechaba una fuerza siniestra, una que se había estado escondiendo a plena vista durante años. A medida que los días se convertían en semanas, el Reverendo comenzó a notar cambios dentro de sí mismo. Una sed repentina e insaciable se había apoderado de él, lo que lo obligó a recorrer el pueblo en busca de respuestas. Pero cada vez que preguntaba sobre su condición, los aldeanos simplemente ofrecían trivialidades y palabras amables, sin llegar nunca al quid de la cuestión. Era como si supieran la verdad, pero no estuvieran dispuestos a compartirla con él. Pero había una persona que parecía comprender la difícil situación del Reverendo, un empresario local que durante mucho tiempo había sido la fuerza dominante en el pueblo. Su nombre era Marcus, y tenía un aire de confianza y poder que imponía atención. El Reverendo se había reunido brevemente con Marcus algunas veces, pero ahora comenzó a sentir que el hombre no era lo que parecía. La gran propiedad de Marcus se cernía sobre el pueblo, un testimonio de su riqueza e influencia. Los rumores habían circulado durante mucho tiempo sobre sus dudosas prácticas comerciales, y ahora el Reverendo lo veía bajo una nueva luz siniestra. ¿Qué había hecho Marcus para traer sobre el Reverendo esta sed maldita? ¿Fue él el responsable de la visita de la misteriosa joven y la mordedura que había despertado el hambre del Reverendo? Decidido a descubrir la verdad, el Reverendo se propuso confrontar a Marcus, usando su púlpito como una plataforma para predicar un mensaje de justicia y moralidad. Pero Marcus no era alguien que se dejara intimidar fácilmente, y parecía complacerse mucho al ver al Reverendo luchar contra su nueva condición. A medida que las noches se volvían más oscuras y la sed del Reverendo se hacía más fuerte, se encontró cada vez más aislado y solo, obligado a tomar decisiones imposibles entre su fe y su propia carne. Y luego, estaba la chica. Ella había sido un misterio desde el principio, apareciendo en la capilla en esa noche húmeda y fría y dejando tras de sí una marca que cambiaría la vida del Reverendo para siempre. Pero mientras la buscaba, descubrió que no se encontraba por ningún lado, desaparecida en la noche tan de repente como había aparecido. Sin embargo, su presencia persistió, un recordatorio constante del peligro que acechaba en las sombras del pueblo. A medida que el Reverendo navegaba por este mundo oscuro e implacable, se dio cuenta de que su fe estaba siendo probada de una manera que nunca podría haber imaginado. ¿Era su Dios un ser cruel y caprichoso, que desataría tal maldición sobre un hombre inocente? ¿O había un propósito detrás de la locura, una verdad superior que el Reverendo aún no entendía? El viaje del Reverendo fue doloroso y difícil, lleno de dilemas morales y elecciones imposibles. Se vio obligado a confrontar el mal que acechaba dentro y alrededor de él, y a decidir dónde residía su verdadera lealtad: con su fe o con su propia supervivencia. Mientras los aldeanos lo veían luchar, algunos con una mezcla de miedo y curiosidad, otros con malicia absoluta, el Reverendo sabía que tenía que actuar. Tenía que limpiar el pueblo, para librarlo de la oscuridad que se había apoderado de él. Y así, se embarcó en una misión, armado con nada más que su fe y su nueva hambre. Predicaría a las masas, difundiendo un mensaje de esperanza y redención. Pero para aquellos que no se dejaban extraviar tan fácilmente, tendría otro mensaje: uno que era oscuro y primitivo, un mensaje de sangre y dolor. El mandato del Reverendo había comenzado, una búsqueda para traer orden al pueblo y a la finca vecina, utilizando todos los medios necesarios para lograr su objetivo.
Reseñas
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