Los Diez Mandamientos

Trama
Los Diez Mandamientos es una película épica de 1956 dirigida por Cecil B. DeMille, que vuelve a contar la familiar historia de Moisés y la combina con una historia moderna de conflicto fraternal. La película es una épica arrolladora que une la grandeza bíblica y el drama humano íntimo, entrelazando dos narrativas distintas que exploran los temas de la fe, el amor y el poder perdurable de los Diez Mandamientos. La primera parte de la película cuenta la historia de Moisés, un hebreo nacido de una princesa egipcia, que es adoptado por el faraón Ramsés II. Como miembro de la familia real egipcia, Moisés disfruta de todos los privilegios, pero su verdadera herencia e identidad siguen siendo un secreto. Sin embargo, cuando presencia a un egipcio golpeando brutalmente a un esclavo hebreo, Moisés interviene y mata al egipcio en un momento de apasionada justicia. La consecuencia de sus acciones es una sentencia de muerte, y Moisés huye de Egipto, y finalmente encuentra refugio en la tierra de Madián. Allí, conoce a una hermosa mujer llamada Séfora, que se convierte en su esposa, y aprende sobre su herencia hebrea del profeta Jetro. Pasan los años, y Moisés se convierte en un pastor exitoso, pero el llamado de Dios finalmente llega a él, ordenándole que regrese a Egipto para exigir que el faraón libere a los hebreos de la esclavitud. Moisés regresa, usando su posición como consejero real para negociar la liberación de los hebreos, pero el faraón se niega a escuchar. Esto pone en marcha una serie de plagas devastadoras que afligen a Egipto, culminando en la plaga final y fatal, en la que mueren los hijos primogénitos de cada familia egipcia. Mientras los hebreos se preparan para salir de Egipto, Dios instruye a Moisés para que los guíe al Monte Sinaí, donde recibirá los Diez Mandamientos. Este momento se presenta como una experiencia trascendente, con la luz divina iluminando la montaña y Moisés descendiendo con las tablas, que contienen las leyes fundamentales para el pueblo hebreo. La segunda parte de la película tiene lugar en la moderna San Francisco e introduce un nuevo conjunto de personajes. John y Dan, dos hermanos, son rivales por el amor de Mary Austin, una hermosa joven. Mientras luchan por su afecto, su larga disputa por asuntos de negocios llega a un punto crítico cuando Dan usa materiales de mala calidad para construir una catedral. John descubre el engaño de su hermano y se siente traicionado, lo que lleva a un amargo enfrentamiento. A través de esta historia moderna, la película ilustra la relevancia e importancia perdurables de los Diez Mandamientos. Los hermanos encarnan los principios de honestidad e integridad, dos de los mandamientos, mientras navegan por sus relaciones entre ellos y con Mary. Si bien la historia de Moisés y los hebreos está ambientada en la antigüedad, la historia de John y Dan muestra que los mismos principios fundamentales de fe, amor y obediencia se aplican hoy. El uso de una doble estructura narrativa permite a DeMille yuxtaponer la gran extensión de la historia bíblica con el drama humano íntimo de la historia moderna. Las dos partes de la película están conectadas por una preocupación compartida por el poder de la fe y la importancia de vivir una vida guiada por principios universales. A medida que se desarrolla la historia de John y Dan, queda claro que las acciones de Dan tienen consecuencias que se hacen eco de las plagas que visitaron a los egipcios en la historia de Moisés. Así como Dios trajo castigo sobre Egipto por su negativa a obedecer, el uso de materiales falsos por parte de Dan conduce al desastre, y finalmente es castigado por sus transgresiones. A través de este paralelo, la película destaca las consecuencias de vivir una vida sin fe, obediencia o integridad. Mientras tanto, la historia de Moisés y los Diez Mandamientos sirve como un recordatorio del poder perdurable de la fe y la importancia de vivir una vida guiada por principios divinos. Cuando Moisés recibe los mandamientos en el Monte Sinaí, la película presenta una visión de un pueblo unido por un compromiso compartido con estas leyes fundamentales. A lo largo de la película, la dirección magistral de DeMille crea un espectáculo visual que es a la vez épico en escala e íntimo en enfoque. La cinematografía de la película captura la impresionante grandeza de los paisajes desérticos, la luz dorada del templo y los momentos íntimos de conexión humana. En última instancia, Los Diez Mandamientos es un testimonio de la relevancia e importancia perdurables de la fe, el amor y la obediencia. Al volver a contar la historia familiar de Moisés a través de una lente moderna, DeMille muestra que los principios fundamentales de la existencia humana permanecen inalterados, y que el poder de la fe puede transformar y redimir incluso las vidas más defectuosas y rotas.
Reseñas
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