Hay algo malo con los niños

Trama
Margaret y Ben se embarcaron en una escapada de fin de semana muy necesaria con sus amigos de siempre, Ellie y Thomas, y sus hijos. El grupo había planeado pasar tiempo de calidad juntos, disfrutando de los bosques escénicos y tomando un merecido descanso de sus rutinas diarias. Cuando llegaron a su destino, la atmósfera se sintió alegre y despreocupada, con la promesa de un descanso rejuvenecedor del estrés de la vida cotidiana. Al llegar, comenzaron a instalarse en su acogedora cabaña, y los niños inmediatamente comenzaron a aclimatarse a su nuevo entorno. Margaret y Ben rápidamente se acercaron a sus anfitriones y sus hijos, encontrándose atraídos por una dinámica cálida y acogedora. A medida que avanzaba la noche, todos se reunieron alrededor de la fogata, compartiendo historias y disfrutando de la tranquilidad de los alrededores. Sin embargo, las cosas tomaron un giro extraño en su primera noche. Los niños, que hasta ese momento parecían perfectamente normales, de repente comenzaron a desvanecerse en la oscuridad sin previo aviso. Al principio, nadie le dio importancia, atribuyéndolo a la energía ilimitada de los niños y al deseo de explorar su nuevo entorno. Pero a medida que la oscuridad se profundizaba y los niños no regresaban, las preocupaciones comenzaron a crecer. Ellie trató de minimizar el incidente, sugiriendo que los niños podrían haberse alejado un poco más de lo que habían admitido antes de asustarse y regresar por su cuenta. Thomas parecía más aprensivo, sin embargo, su voz temblaba ligeramente mientras contaba el incidente. Para Margaret y Ben, esto marcó el comienzo de su sospecha de que algo andaba muy mal. A medida que caía la noche, la atmósfera alrededor de la fogata comenzó a cambiar. Se intercambiaron susurros y se intercambiaron miradas preocupadas. Margaret no podía evitar la sensación de que la desaparición de los niños tenía más que ver con algo sobrenatural que con una mera travesura infantil. Presionó a Ellie para obtener más información, preguntándole si Thomas había notado algo inusual en los niños antes de su desaparición, pero Ellie simplemente insistió en que habían estado bien. Ben fue aún más insistente, convencido de que algo siniestro acechaba en las sombras, observando y esperando. Sus preocupaciones solo se profundizaron cuando, a la mañana siguiente, los niños no aparecieron para el desayuno, su lugar habitual en la mesa vacío. Fue entonces cuando Ellie, con un leve temblor en la voz, admitió que había estado teniendo los sueños más extraños, sueños que parecían prefigurar los extraños sucesos que ahora se estaban desarrollando. Margaret no podía entenderlo: la desaparición de los niños se sentía como la punta del iceberg, lo que conducía a un mundo de miedos tácitos y terrores desconocidos que amenazaban con engullir al pequeño grupo en cualquier momento. Trató de persuadir a Ellie para que contara la verdad sobre los sueños, pero Ellie insistió en que debían haber sido nada más que un producto de su vívida imaginación. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a surgir más eventos inexplicables, exacerbando aún más la tensión que ahora flotaba en el aire. Una de las ventanas de la cabaña estaba entreabierta cuando se despertaron esa mañana, a pesar de que todos estaban seguros de haberla cerrado; extraños ruidos resonaban dentro del bosque, causando que a todos se les pusiera la piel de gallina. Lentamente, Margaret y Ben se dieron cuenta de que estaban atrapados en una pesadilla de la que no podían despertar, y cada minuto que pasaba revelaba que algo verdaderamente siniestro acechaba detrás del velo del mundo ordinario que conocían. El ambiente alrededor de la cabaña se volvió cada vez más tenso y claustrofóbico, con el pánico acercándose cada vez más a la superficie. Thomas estaba fuera de sí por la preocupación, incapaz de entender los extraños eventos que se desarrollaban a su alrededor. El comportamiento de Ellie se había transformado de uno de calidez a desesperación y miedo, a medida que la gravedad de su situación comenzaba a hundirse. Ben, sintiendo que su única esperanza para desentrañar el misterio residía en enfrentar la verdad de frente, se encargó de investigar más a fondo. Con Margaret a su lado, comenzaron a husmear en la cabaña, buscando señales de lo que podría estar impulsando los acontecimientos sobrenaturales que se habían apoderado. Lo que encontraron fue verdaderamente impactante: una serie de símbolos oscuros y antiguos grabados en la superficie de los árboles, y algo, algo que les heló la sangre: un leve susurro de una presencia no identificable que acechaba en las sombras. Los ojos de Margaret se abrieron al darse cuenta de que su pesadilla acababa de comenzar. Ellie era la clave para desentrañar este misterio, pero Ben ahora tenía dudas sobre su sinceridad. Se hizo evidente que alguna fuerza siniestra se había apoderado de su amiga, arrastrándola a un ritual oscuro, una acción impulsada por algún poder invisible que manipulaba sus miedos más profundos y sus impulsos más oscuros. La línea entre la realidad y lo invisible comenzó a desdibujarse irreparablemente. El pequeño grupo se encontró atrapado en una lucha desesperada por la supervivencia, atrapado en medio de una fuerza sobrenatural siniestra que se había infiltrado en su mundo. La noche avanzaba, cada uno de ellos lidiando con la posibilidad de que, en este claro aislado en lo profundo del bosque, algo antiguo, malvado y más allá de la comprensión humana acechara: pacientemente, silenciosamente observando y estudiando a sus próximas víctimas, los hijos de Ellie y Thomas. Parecía que el retiro de fin de semana de Margaret y Ben se había convertido en un angustioso descenso al caos.
Reseñas
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