Untold: Crimen y Castigo

Trama
Los Toronto St. Michael's Majors eran un equipo juvenil de hockey estrechamente ligado a la rica tradición de hockey de la ciudad. Sin embargo, su tumultuosa historia se vio empañada por acusaciones de vínculos con bandas y una reputación de violencia en el hielo. Los problemas del equipo comenzaron en la década de 1990, bajo la dirección de un hombre llamado Mikearno Cartagine, una figura notoria con supuestas conexiones con la mafia italiana. La propiedad de Cartagine de los Majors coincidió con un período de éxito significativo en el hielo, pero las actividades fuera del hielo del equipo despertaron una gran preocupación entre las autoridades locales y los aficionados al hockey por igual. El hijo de Mikearno Cartagine, Joey, de 17 años, había crecido rodeado del lado oscuro del deporte profesional. Como heredero aparente de su padre, Joey estaba destinado a grandes cosas en el mundo del hockey. Sin embargo, su propio comportamiento dentro y fuera del hielo a menudo dejaba mucho que desear. La inclinación del equipo por las peleas y la intimidación les valió una reputación temible, tanto dentro de la comunidad del hockey como en la escena deportiva más amplia de Toronto. A medida que los Majors seguían acumulando victorias y derrotas, sus travesuras en el hielo se extendieron a sus vidas personales. Los ejecutores del equipo, hombres como Nick Surog, eran conocidos por su estilo de juego agresivo y su voluntad de superar los límites de la deportividad. Fuera de la pista, estos mismos individuos supuestamente estaban involucrados en diversas formas de delincuencia callejera, desde la usura hasta las agresiones. La propia estructura del equipo se desgarró por las luchas internas y las traiciones, tanto dentro como fuera del hielo. Los problemas de los Toronto St. Michael's Majors con la violencia y los vínculos con las bandas no eran solo rumores y chismes. En 2001, un incidente impactante que involucró a la estrella del equipo, Surog, y a un joven compañero de equipo, Andrew Mason, dejó un impacto duradero en la comunidad de hockey de la ciudad. Mason, que entonces tenía solo 16 años, fue agredido por Surog en un bar, lo que provocó una tormenta mediática y pedidos de mayor responsabilidad dentro del mundo del hockey. Las consecuencias del incidente Mason-Surog pusieron de manifiesto la necesidad de un cambio dentro de la organización de los Toronto St. Michael's Majors. El propietario del equipo durante mucho tiempo, Mikearno Cartagine, finalmente renunció como propietario y presidente del equipo, citando el deseo de pasar más tiempo con su familia y distanciarse de la publicidad negativa que rodeaba a su equipo. La suerte de los Majors en el hielo comenzó a disminuir en las siguientes temporadas, pero se necesitarían años de reconstrucción y un esfuerzo concertado de las autoridades locales para finalmente erradicar la podredumbre que había infectado al equipo. Al final, se había hecho un daño incalculable. La reputación de los Toronto St. Michael's Majors quedó hecha jirones, y toda una generación de jugadores de hockey había crecido con el código de conducta del equipo: ganar a toda costa, sin importar el costo para uno mismo, el juego o los demás. Esta cultura de agresión en el hielo, nacida de la dudosa propiedad y gestión del equipo, sirvió como un oscuro recordatorio de que, en el mundo de los deportes profesionales, el atractivo del éxito a menudo puede resultar una influencia corruptora.
Reseñas
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