W.M.D.

Trama
En medio de una caótica guerra de Irak, la retórica optimista inicial de Estados Unidos ha dado paso a una dura realidad. A pesar de las promesas de una victoria rápida y decisiva, el conflicto se ha convertido en un atolladero aparentemente interminable. Las muy publicitadas AMD (Armas de Destrucción Masiva) aún no se han materializado, y cualquier conexión con Al Qaeda ha resultado tenue en el mejor de los casos. Las afirmaciones de la administración sobre una amenaza inminente para la seguridad nacional se han desmantelado sistemáticamente, dejando a la nación lidiando con una guerra que parece no tener fin a la vista. En medio de este trasfondo de desilusión y frustración, emerge un grupo de soldados estadounidenses desilusionados, impulsados por un ardiente deseo de verdad y un sentido de la justicia que ha sido abandonado. Estos soldados, veteranos de la guerra, se han desencantado cada vez más con el conflicto y las políticas que lo llevaron a él. Están atormentados por los fantasmas de sus camaradas caídos y los recuerdos de los civiles inocentes atrapados en el fuego cruzado. Uno de estos soldados, un veterano experimentado y endurecido por la batalla, se convierte en el catalizador de un plan audaz y sin precedentes. Bautizada como "Operación: Llamada de la Libertad", esta misión suicida llevará a estos soldados más allá de los límites del protocolo militar y al reino de la indignación moral. Su objetivo: el Comandante en Jefe, la figura de la administración responsable de la guerra. El plan es simple pero audaz. Los soldados se infiltrarán en la residencia presidencial, secuestrarán al Presidente y lo someterán a un duro interrogatorio, uno que refleje las mismas técnicas que fueron entrenados para infligir al pueblo iraquí. Esta no es una operación militar tradicional, ni es una forma convencional de protesta. Es un acto desesperado nacido de la desesperación, uno que busca exponer la verdad y avergonzar a aquellos en el poder que han jugado un papel decisivo en la perpetuación de este conflicto catastrófico. Mientras los soldados se preparan para su audaz misión, las tensiones aumentan. Lo que está en juego es alto y los riesgos son palpables. Si los atrapan, serán juzgados por un consejo de guerra, calificados de traidores y posiblemente incluso ejecutados. Sin embargo, siguen adelante, impulsados por un sentido compartido de convicción y una profunda necesidad de responsabilizar a sus líderes. La misión se desarrolla con una mezcla de sigilo y fuerza bruta, a medida que los soldados irrumpen en el complejo presidencial y dominan a los detalles de seguridad del Presidente. Se apoderan del Presidente, que inicialmente está aturdido e incrédulo. Mientras los soldados lo arrastran a una sala de interrogatorios improvisada, la escena se convierte en un caos. Los ayudantes y asesores del Presidente se apresuran a responder, pero los soldados han planeado meticulosamente, tomando precauciones para garantizar que su misión siga siendo secreta. El interrogatorio en sí es un ejercicio desgarrador de complejidad moral. Los soldados, entrenados para explotar las vulnerabilidades humanas, emplean tácticas que se les enseñó a usar contra combatientes enemigos. Someten al Presidente a privación del sueño, sobrecarga sensorial y una letanía de manipulaciones psicológicas diseñadas para quebrar su espíritu. A medida que avanza el interrogatorio, el Presidente se agita cada vez más, su compostura se resquebraja bajo la presión. Cuando los soldados presionan sus demandas de respuestas, el Presidente comienza a derrumbarse. Se ve obligado a confrontar las duras realidades de la guerra, sus consecuencias catastróficas y las mentiras que llevaron a su inicio. Los soldados, también, comienzan a confrontar sus propios demonios, los recuerdos de sus amigos caídos y el peso de su propia complicidad en un conflicto que alguna vez apoyaron. En este drama abrasador y claustrofóbico, las líneas entre soldado y civil, patriota y traidor, se difuminan y se disuelven. Los soldados, una vez servidores leales del estado, se han transformado en agentes de cambio, impulsados por un ardiente deseo de corregir los errores de una guerra fallida. A medida que el interrogatorio llega a su clímax, el Presidente y sus captores se quedan lidiando con las implicaciones morales de sus acciones. En una guerra que parece no tener fin, deben enfrentar la pregunta final: ¿qué significa ser un patriota frente a un fracaso catastrófico del liderazgo?
Reseñas
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