Alicia en el País del Terror

Trama
El bosque envuelto en la niebla se cernía ante ella como un espectro amenazante, sus retorcidas ramas la agarraban con dedos esqueléticos. Lily, de diecisiete años, todavía tambaleándose por la pérdida de su madre, estaba al borde de una nueva vida, muy lejos de la extensión de hormigón de la ciudad y sus recuerdos fragmentados. Su tía, la dueña de la apartada casa del bosque, llamada Mansión Ravenswood, la recibió con una sonrisa cálida, aunque algo reservada. Era como si estuviera dividida entre preservar su propio dolor y ofrecer una fuente de consuelo para su afligida sobrina. Mansión Ravenswood, enclavada en lo profundo de los árboles, exudaba un aura espeluznante de aislamiento, una sensación de estar desconectada del mundo más allá de sus cimientos desmoronados. La trepidación inicial de Lily se vio atenuada por un ligero sentimiento de gratitud: un cambio de escenario, se justificó, era justo lo que necesitaba para sacudirse el aplastante peso de su dolor. No se imaginaba que la tranquilidad del bosque pronto se vería interrumpida por una fuerza invisible, imperceptible para el ojo inexperto, pero tejida en la misma estructura del alma del bosque. A medida que Lily se instalaba en su nueva vida, una sensación inquebrantable de ser observada comenzó a apoderarse de ella. Lo descartó como paranoia, un desafortunado subproducto de su frágil estado mental. Sin embargo, la sensación persistió, intensificada por la aparición de una anciana, vestida con harapos, su rostro grabado con lo que parecía una eternidad de cicatrices. La presencia de la mujer fue fugaz, desvaneciéndose como una voluta de humo antes de que Lily pudiera reunir el valor para acercarse a ella. Aun así, el encuentro despertó un atisbo de inquietud, la persistente sospecha de que había algo más en este lugar de lo que parecía a simple vista. Fue durante una de estas excursiones nocturnas cada vez más inquietantes, mientras vagaba por la periferia silueteada del bosque, que Lily tropezó con un libro hecho jirones, sus páginas aparentemente consumidas por la misma fuerza oscura y voraz que había sentido en el bosque. La portada, adornada con una ilustración macabra de una niña victoriana siendo devorada por los propios árboles, parecía gritar un mensaje inquietante: Sal mientras puedas, tonta, cosa rota. Los dedos de Lily temblaron mientras hojeaba las páginas, el texto hablaba de un linaje, una maldición heredada que perpetuaba la espiral descendente de la turbulenta historia de Mansión Ravenswood. Una corriente inquietante recorría las historias, cada una tejiendo la narración en un tapiz macabro de malicia y desesperación. Su tía, Charlotte, notó las andanzas nocturnas de Lily y su creciente fijación por el misterioso libro. Sus ojos, de un verde penetrante, sugerían un conocimiento inherente, como si la energía oscura del bosque le resultara demasiado familiar. Comenzó a desarrollarse una relación incómoda entre ellas, Charlotte alimentando a Lily con fragmentos de información en dosis medidas. Los antepasados de Ravenswood, una línea histórica de influyentes mecenas, al parecer habían forjado un pacto fáustico con una presencia malévola, cediendo su oscuro poder para asegurar la prosperidad de la propiedad. El acuerdo, firmado con sangre, tenía una curiosa estipulación: un sacrificio perpetuo, que exigía una muerte en la familia cada siete años, una pena impuesta para asegurar que el pacto permaneciera intacto. La información provocó una escalofriante revelación dentro de Lily: su propia presencia aquí podría ser un factor que contribuyera a la inevitable convergencia de los acontecimientos. Cuanto más aprendía, más sentía una presencia siniestra desarrollándose a su alrededor, casi como si el bosque en sí estuviera hambriento de su angustia. Charlotte, sintiendo la renovada desesperación de su sobrina, comenzó a revelar más del sombrío pasado, una historia salpicada de las trágicas historias de sus hermanos, cada uno de ellos presa de las garras consumidoras de la maldición. Un fuego aparentemente intrascendente en la distancia se convirtió en un punto de inflexión en el descenso de Lily a la pesadilla. Mientras las llamas devoraban el suelo del bosque, observó, paralizada, cómo el fuego revelaba secretos ocultos en el bosque. Una inscripción, garabateada con manchas de sangre en un tocón humeante, gritaba su nombre: una advertencia espantosa que servía tanto como un presagio de su papel en la inminente fatalidad, como una macabra confirmación de su destino. Tambaleándose de regreso a Ravenswood, destrozada por la revelación, Lily se entrelazó cada vez más con el poder oscuro del bosque. Su dolor, alimentado por la atmósfera premonitoria, comenzó a filtrarse en una locura férrea, alimentando un impulso singular: desatar los hilos secretos que la atan a este tapiz macabro y obtener un respiro de las fatales obligaciones que pesan sobre ella. Sin embargo, el bosque reservaba una última y cruel sorpresa: una recreación de un drama familiar escrito con la sangre de sus antepasados, recitando un réquiem espantoso donde la muerte era a la vez intérprete y director, intérprete y víctima.
Reseñas
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