ÉRASE UNA VEZ EN UN BAÑO

Trama
Érase una vez en un baño es una obra maestra cinematográfica que invita a la reflexión, desafía las estructuras narrativas convencionales e invita a los espectadores a sumergirse en los reinos abstractos de la psique humana. En la superficie, la película parece ser una exploración minimalista de un antiguo baño indio, donde un hombre se embarca en una rutina mundana. Sin embargo, a medida que la cámara panea y se desliza a través del espacio confinado, se hace evidente que la intención del director trasciende lo cotidiano, virando hacia los reinos de lo metafísico. La historia comienza con una nota sombría, con el protagonista entrando al baño, una cámara tenuemente iluminada y aislada que exuda un aire de desolación. La cámara se enfoca en cada movimiento del hombre, cada gesto un testimonio de la naturaleza mecánica de su existencia. El diseño de sonido amplifica aún más la sensación de monotonía, con el goteo constante del grifo que sirve como un tempo implacable para subrayar la futilidad de la rutina diaria del protagonista. A medida que el protagonista comienza sus abluciones, la cámara comienza a capturar su cuerpo desde varios ángulos, enfatizando la fisicalidad de la forma humana. Sin embargo, esto no es meramente un ejercicio de realismo cinematográfico; el encuadre y la iluminación insinúan sutilmente el desapego del protagonista de su presencia corporal. Sus extremidades parecen ser meros apéndices, desconectados del resto de su ser. La primera señal de interrupción ocurre cuando las fallas comienzan a aparecer en las paredes, el piso e incluso la piel del protagonista. Estas breves e inquietantes imágenes sirven como una metáfora del caos que yace justo debajo de la superficie de lo mundano. El agua, que en la mayoría de los contextos es una fuente de refrigerio y rejuvenecimiento, aquí asume una cualidad más amenazante, amenazando con envolver al protagonista, simbolizando la fuerza aplastante del universo. A medida que el protagonista continúa su rutina, su cuerpo comienza a desvanecerse, mezclándose a la perfección con el entorno circundante. Esta transición fluida es visualmente llamativa y filosóficamente profunda, transmitiendo la noción de que los límites entre el yo y el espacio son permeables. La cámara, a menudo desorientando al espectador con sus perspectivas poco convencionales, refuerza aún más este tema, disolviendo la forma física del protagonista en la estática, un estado de limbo donde el tiempo y el espacio convergen. La estática que envuelve al protagonista es más que un efecto visual; representa un colapso de la narrativa, un rechazo de la progresión lineal que sustenta la mayoría de la narración cinematográfica. Al público se le presenta un estado de ser puro, un reino donde el pasado, el presente y el futuro coexisten en una infinidad espacial atemporal. Este es el reino de lo metafísico, una dimensión donde las leyes de la física ya no se aplican. A lo largo de la película, no hay una fuerza narrativa discernible, ni una resolución clara, ni un desarrollo de personajes en el sentido clásico. La historia es un ejercicio de abstracción, que invita a los espectadores a rendirse a la dinámica fluida de la psique humana. A medida que el protagonista se disuelve en la estática, el público queda a contemplar la naturaleza de la existencia, la frágil frontera entre lo mundano y lo metafísico. Érase una vez en un baño evita las estructuras narrativas convencionales en favor de un enfoque más intuitivo y experiencial. Es una odisea cinematográfica que desafía a los espectadores a repensar la relación entre el yo y el entorno, a cuestionar la noción de realidad y a confrontar el vacío que se encuentra en el corazón de la existencia humana. Al difuminar las líneas entre lo abstracto y lo concreto, la película se abre a múltiples interpretaciones, cada una un reflejo de la perspectiva única del espectador. En última instancia, Érase una vez en un baño es una película que se resiste a la definición, un enigma cinematográfico que se resiste al análisis. Es una experiencia, un viaje a las profundidades de la psique humana, una meditación sobre la fragilidad del yo ante el universo incognoscible. Como cualquier verdadera obra de arte, desafía la clasificación, desafiando al espectador a confrontar las profundidades de su propia comprensión.
Reseñas
Recomendaciones
