El Último de Sheila

El Último de Sheila

Trama

Era una fría tarde de otoño en 1973, y Chris Adams organizaba una cena exclusiva en su apartamento de Nueva York. La lista de invitados era un quién es quién de la élite de Manhattan, incluyendo a su esposa, Sheila, una mujer hermosa y de espíritu libre que había sido la compañera constante de Chris durante los últimos años. La noche parecía cualquier otra reunión de la clase alta, con champán fluyendo, risas abundando e ingeniosas réplicas yendo y viniendo entre los invitados. Pero bajo la superficie de esta reunión aparentemente idílica, un trágico evento había ocurrido un año antes: un accidente de atropello y fuga que involucró a un conductor que había golpeado y matado descuidadamente a Sheila mientras caminaba sola por las calles de la ciudad. Chris, devastado por la pérdida de su amada esposa, no había podido seguir adelante, y su dolor solo se había intensificado con el paso del tiempo. A medida que la noche llegaba a su fin, Chris reveló su plan a sus amigos: un viaje en velero de una semana en su lujoso yate, donde participarían en un juego de misterio al estilo de una búsqueda del tesoro. El juego, diseñado por el propio Chris, requeriría que los participantes resolvieran una serie de pistas y acertijos, cada uno de los cuales los acercaría a desentrañar el misterio del asesinato de Sheila. Los invitados se mostraron inicialmente escépticos, pero el entusiasmo de Chris fue contagioso y finalmente aceptaron participar en el juego. Mientras zarpaban del South Street Seaport de Manhattan en el yate de Chris, un reluciente barco blanco bautizado como "El Último de Sheila", se instalaron en sus lujosos camarotes y se prepararon para la aventura que les esperaba. El primer día a bordo fue una suave introducción al juego, con una serie de preguntas y pistas aparentemente inocuas que los llevaron a un compartimento oculto en el yate que contenía una llave y un mensaje críptico. A medida que avanzaban en el juego, los desafíos se volvieron cada vez más complicados y las apuestas comenzaron a aumentar. Pronto se hizo evidente que el juego no se trataba solo de resolver acertijos, sino también de navegar por la compleja red de relaciones entre los jugadores. Cada uno de los participantes tenía sus propios secretos y motivaciones, y a medida que avanzaba el juego, se formaban y rompían alianzas, y comenzaban a surgir agendas ocultas. Estaba Tony, el despiadado hombre de negocios que no se detendría ante nada para lograr sus objetivos; Mark, el joven artista encantador pero problemático que luchaba por asumir su propia oscuridad; Lee, el periodista cínico y hastiado que lo había visto todo; y finalmente, estaba Chris, cuyo control de la realidad parecía ser tenue en el mejor de los casos. A medida que el juego llegaba a su clímax, las apuestas quedaron claras: el ganador reclamaría un premio de $250,000, pero ¿a qué costo? Los participantes comenzaron a darse cuenta de que el juego no era solo una diversión inofensiva, sino una competencia mortal, donde el perdedor pagaría el precio final. El clímax del juego tuvo lugar la noche del último desafío, una reunión a medianoche en la cubierta del yate, donde los participantes se reunieron para reclamar su premio. Chris reveló que el verdadero propósito del juego era probar su fibra moral y exponer su verdadera naturaleza. Los participantes quedaron atónitos y horrorizados al ver cómo Chris revelaba la impactante verdad sobre la muerte de su amada esposa y sus propias motivaciones para diseñar el juego. En un giro impactante, Chris reveló que él había sido quien había orquestado el asesinato de Sheila, y que el juego era una forma retorcida de retribución contra el grupo de amigos que no habían logrado salvarla esa fatídica noche. Mientras los participantes se tambaleaban en estado de shock, se dieron cuenta de que estaban atrapados en el yate con un asesino en serie, sin escapatoria a la vista. A medida que avanzaba la noche, la atmósfera a bordo del yate se volvió cada vez más tensa, con cada participante luchando por sobrevivir contra Chris, quien se había revelado como un asesino frío y calculador. El juego, que había comenzado como una diversión inofensiva, se había convertido en una lucha mortal por la vida. Al final, solo una persona sobrevivió a la terrible experiencia, una joven que logró ser más astuta que Chris y escapar del yate en el caos que siguió. Cuando emergió de la oscuridad, miró hacia atrás al yate, ahora un símbolo de horror y muerte, y supo que nunca olvidaría la noche en que Chris Adams reveló la verdad sobre el asesinato de Sheila y el siniestro juego que había diseñado para vengarse de sus amigos.

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Reseñas